martes, 22 de septiembre de 2009

¿Es el mercado un ente maligno?

El profesor Wilhelm Röpke definió el mercado como un proceso de millones de decisiones, mutuamente anónimas, que hacen posible que distintos objetos lleguen a las manos de aquellos que los necesitan. Esa es la idea tras el sencillo artículo “yo lápiz”, que ilustra la cantidad de decisiones, no coordinadas, que ocurrieron para producirlo. Por supuesto, quien no ha reflexionado sobre la complejidad de esas transacciones no coordinadas lo considera simplista.

El mercado no es un dogma”, tiene más de 4000 años de funcionar, ¿quién crearía semejante dogma? Es producto de la costumbre, segun la cual, en un intercambio, las dos personas obtienen mas de lo que aportaron. A menudo, se confunde mercado con “neoliberalismo”, el intento de los 80´s de imponer a los países pobres una legislación y unas reformas, asumiendo competitividad uniforme, para asegurar la devolución de los préstamos a los países prestamistas.

El mercado es un medio eficaz para darle a la población lo que busque: medicina, alimentos, o pornografía y drogas. Pero es usted quien escoge que producir y que comprar. No hay una organización de Mercados Unidos del Mundo que determine que es lo que usted escogerá. El mercado satisface los más nobles como los bajos instintos del ser humano. No es posible encontrar una ética de fines aplicada a la abstracción llamada mercado, en tanto la institución esta compuesta por esa multitud de decisiones que incluyen las que el lector realizó el día de hoy. De ello se benefician aun los críticos más amargos del mercado.

¿Qué se espera de la ética de los actores del lado de la oferta de esa abstracción? Que en esa oferta no se tome al ser humano como medio, sino siempre como fin; que en esa oferta no se use la mentira como medio para apropiarse del dinero de los clientes; y que en esa oferta no se use de la fuerza para hacer que unos compren u otros vendan, contrarios a su voluntad.

Quienes insisten en el mercado, no defienden una institución sino la libertad del ser humano. No lo hacen por razones políticas, ni siquiera económicas, sino por razones sociales y académicas. Detrás de la libertad esta el Estado de Derecho que hace posible garantizar los derechos de todos, ergo, el desarrollo. También esta la razón académica, ¿es cierto o es falso que el desarrollo se logra con la lógica dialéctica, cuando la historia saca una reserva de moral para ponerse al final del lado de los pobres? ¿O viene el desarrollo del respeto al derecho ajeno, en donde hay instituciones fuertes que protegen al ser humano?

Existe pues, un lado político del mercado. Es una seria confusión creer que ese lado político amigable al mercado equivale a un abstencionismo del Estado en materia económica. Esa posición se llama anarquismo y los defensores del mercado conocidos en nuestro medio no son anarquistas. En todo caso, el mercado se basa en el ejercicio de los derechos de las personas, y para eso, por ejemplo, los conocidos autores de la Escuela Austriaca, al contrario, abogaban por un estado fuerte, que hace que esos derechos se respeten.

El mercado no es perfecto, pero tiene mecanismos propios de corrección y sus costos no los traslada a los demás, salvo donde el gobierno interviene, como sucedió en Estados Unidos. Tampoco es una filosofía de vida, es sólo un método para procurar la administración eficiente de medios que son escasos y le toca al economista tratar de explicar ese sentido, cosa que muchos tratan de convertir en discusión política.

¿Existe un país que sea modelo? Su condición sine quan non es el Estado de Derecho. Existe en Nueva Zelandia, y el Sudeste Asiático, o en la resurrección de Alemania y de Japón, como expresiones que mas se aproximan al Estado de Derecho. La forma pura no existe pero hay suficiente evidencia para sugerir que en donde hay “más” Estado de Derecho hay mas desarrollo.

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