domingo, 27 de septiembre de 2009
La igualdad económica de hoy y los filósofos antiguos
martes, 22 de septiembre de 2009
¿Es el mercado un ente maligno?
El profesor Wilhelm Röpke definió el mercado como un proceso de millones de decisiones, mutuamente anónimas, que hacen posible que distintos objetos lleguen a las manos de aquellos que los necesitan. Esa es la idea tras el sencillo artículo “yo lápiz”, que ilustra la cantidad de decisiones, no coordinadas, que ocurrieron para producirlo. Por supuesto, quien no ha reflexionado sobre la complejidad de esas transacciones no coordinadas lo considera simplista.
“El mercado no es un dogma”, tiene más de 4000 años de funcionar, ¿quién crearía semejante dogma? Es producto de la costumbre, segun la cual, en un intercambio, las dos personas obtienen mas de lo que aportaron. A menudo, se confunde mercado con “neoliberalismo”, el intento de los 80´s de imponer a los países pobres una legislación y unas reformas, asumiendo competitividad uniforme, para asegurar la devolución de los préstamos a los países prestamistas.
El mercado es un medio eficaz para darle a la población lo que busque: medicina, alimentos, o pornografía y drogas. Pero es usted quien escoge que producir y que comprar. No hay una organización de Mercados Unidos del Mundo que determine que es lo que usted escogerá. El mercado satisface los más nobles como los bajos instintos del ser humano. No es posible encontrar una ética de fines aplicada a la abstracción llamada mercado, en tanto la institución esta compuesta por esa multitud de decisiones que incluyen las que el lector realizó el día de hoy. De ello se benefician aun los críticos más amargos del mercado.
¿Qué se espera de la ética de los actores del lado de la oferta de esa abstracción? Que en esa oferta no se tome al ser humano como medio, sino siempre como fin; que en esa oferta no se use la mentira como medio para apropiarse del dinero de los clientes; y que en esa oferta no se use de la fuerza para hacer que unos compren u otros vendan, contrarios a su voluntad.
Quienes insisten en el mercado, no defienden una institución sino la libertad del ser humano. No lo hacen por razones políticas, ni siquiera económicas, sino por razones sociales y académicas. Detrás de la libertad esta el Estado de Derecho que hace posible garantizar los derechos de todos, ergo, el desarrollo. También esta la razón académica, ¿es cierto o es falso que el desarrollo se logra con la lógica dialéctica, cuando la historia saca una reserva de moral para ponerse al final del lado de los pobres? ¿O viene el desarrollo del respeto al derecho ajeno, en donde hay instituciones fuertes que protegen al ser humano?
Existe pues, un lado político del mercado. Es una seria confusión creer que ese lado político amigable al mercado equivale a un abstencionismo del Estado en materia económica. Esa posición se llama anarquismo y los defensores del mercado conocidos en nuestro medio no son anarquistas. En todo caso, el mercado se basa en el ejercicio de los derechos de las personas, y para eso, por ejemplo, los conocidos autores de la Escuela Austriaca, al contrario, abogaban por un estado fuerte, que hace que esos derechos se respeten.
El mercado no es perfecto, pero tiene mecanismos propios de corrección y sus costos no los traslada a los demás, salvo donde el gobierno interviene, como sucedió en Estados Unidos. Tampoco es una filosofía de vida, es sólo un método para procurar la administración eficiente de medios que son escasos y le toca al economista tratar de explicar ese sentido, cosa que muchos tratan de convertir en discusión política.
¿Existe un país que sea modelo? Su condición sine quan non es el Estado de Derecho. Existe en Nueva Zelandia, y el Sudeste Asiático, o en la resurrección de Alemania y de Japón, como expresiones que mas se aproximan al Estado de Derecho. La forma pura no existe pero hay suficiente evidencia para sugerir que en donde hay “más” Estado de Derecho hay mas desarrollo.
viernes, 18 de septiembre de 2009
¿Por qué soy disidente en Guatemala?
Disentir involucra un amplio espectro de temas. Por ejemplo los nacionalistas buscan autonomía local; los activistas religiosos buscan espacios para practicar su fe; los grupos étnicos quieren emigrar a donde no son perseguidos; los activistas de derechos humanos quieren la garantía de las libertades personales, anteriores y superiores al Estado, relajar la censura y, donde los hubiere, desmantelar y los campos de trabajo forzoso para disidentes políticos. El denominador común en casi todas estas peticiones es que el régimen se atenga a su discurso político. Es decir que el Estado obedezca su propia ley.
¿Qué le hace nuestro sistema a la vida en comunidad? Qué resultados nos presenta el sistema en los siguientes cinco puntos: 1) ¿se reduce la brecha relativa entre ricos y pobres? 2) ¿se cultiva el respeto a la vida humana y a la persona humana? 3) ¿Se castiga con firmeza el delito? 4) ¿se reduce la impunidad? 5) ¿se hace descansar poco poder en muchas manos? Es obvio que nuestro sistema es deficiente en cada uno de esos cinco puntos; pero lo grave es no percibir el impacto que esas condiciones tienen sobre nuestra ética personal. Estos malos resultados, de supuestas buenas intenciones, han creado fueros y privilegios, políticos, económicos y jurídicos, que relativizan los derechos de todos.
¿Que sucede cuando entre la población se van erosionando los derechos de todos? Desde tiempos coloniales, el virrey solía ponerse la cedula real proveniente de la metrópoli (España) sobre su cabeza y en señal de sujeción decía: se “acata pero no se cumple”. Desde entonces se ha hecho popular decir que “hecha la ley hecha la trampa.” Eso se traduce al pandémico irrespeto de todos al derecho ajeno, el origen de toda infracción y delito.
El ciudadano promedio entiende que ni el Estado cree en sus propias leyes. Sabe, además, que los políticos irrespetan el derecho ajeno, la libertad y la propiedad, por el tráfico de influencias y el enriquecimiento ilícito.
¿Qué es lo único que podemos hacer frente a un sistema así? Reformarlo. Buscar su derrota y sustitución por medios jurídicos y por medios políticos. No hay que olvidar que los sistemas legales que a muchos nos parecen incambiables han cambiado a lo largo de la historia. En Centroamérica los Sandinistas llegaron al poder en Nicaragua y extremaron el ya pesado Derecho Civil convirtiéndolo en derecho marxistas. Un tanto igual se hizo en Cuba. Mientras tanto, años más tarde, los países del Este europeo cambiaban su derecho marxista a versiones más modestas de Derecho Civil.
Por tanto, los cambios de tradición jurídica no son nuevos. Desde la imposición de Justiniano que hizo del derecho consuetudinario romano derecho positivo, pasando por el derecho canónigo de Gregorio VII que centralizó el poder de la iglesia por medios jurídicos, cosa que reñía con el derecho consuetudinario de los pueblos germanos entre los cuales la Iglesia servía; incluyendo a Lutero que quemó el derecho canónigo juntamente con la bula de excomunión, como mecanismo de adhesión al derecho más cercano al pueblo de los electores Juan y Federico de Sajonia; hasta llegar a la Revolución Francesa (1789-1799) que redefinió las penas, las leyes y los instancias legislativas, alejándose de la lex consuetudinis.
Lo que si resulta novedoso hoy es que podamos hacer reformas a nuestra tradición jurídica sin cambiar toda la Constitución. Lo que se requiere es asegurar que en toda ella se respete a la persona humana, la vida, la propiedad, los contratos o “los bienes y la prole”, como se decía antes. Por eso, se requiere otra Cámara que vele sólo por la integridad del Derecho Privado frente al sistema político y jurídico que tiene impulsos de abuso mas que de respeto al ser humano.
lunes, 14 de septiembre de 2009
Presentación del ISN a la Comisión de Legislación y Asuntos Constitucionales Del Congreso I
Este Instituto fue creado hace casi ya diez años, para promover el cambio del país por medios jurídicos y por medios políticos. Hace tres años que recibimos nuestra inscripción en el Registro de Ciudadanos como entidad cívica y política. Al surgir proreforma, nos hemos sumado a su propuesta. Hoy queremos manifestarles por qué.
No queremos señalar lo obvio, pero para dejar todas las cosas claras, quizá el primer punto es explicar por qué añoramos el cambio del país. Los guatemaltecos estamos acostumbrados a la pobreza, para la mayoría de nosotros es parte del paisaje, junto con nuestras artesanías y volcanes. Todos queremos hacer algo por resolver tan grave flagelo, pero no encontramos el camino para hacerlo.
En cuanto a nuestra sociedad, nuestro pueblo se ha hecho inestable y violento. La inseguridad campea y la muerte nos ronda a nosotros y a nuestras familias. Cuando la gente irrespeta la ley, no hay cantidad de policías ni juzgados que nos procuren seguridad.
La corrupción y el crimen organizado, ahora ya instalados en diversos grados en nuestras instituciones, han empezado a gobernarnos. Cuando el puesto público tiene un propietario ajeno al pueblo y la estructura de rendición de cuentas es incierta, las instituciones son un botín político.
Eso produce, más pobreza, violencia y subdesarrollo institucional. Y detrás de esa realidad se halla el pueblo que sufre sin entender su situación. El enfermo de cáncer, en étapa terminal, esta dispuesto a probar cualquier cosa. De eso se aprovecha la oferta política, de la desesperanza del pueblo. Nosotros somos una organización política y entendemos que esas cosas son normales, pero insufribles.
Ustedes han escuchado a una larga lista de grupos que traen objeciones a proreforma. La mayoría de ellos incomprensiblemente promoviendo el temor. Es un temor que nace no de representar las necesidades del pueblo sino de posiciones ideológicas. Porque el pueblo tendría temor, si y solo si, con las reformas, viese amenazada su libertad, su patrimonio y su prosperidad. Pero el hambre, la miseria y la muerte en la que convivimos, no puede ser la causa de esas objeciones que ustedes han escuchado. La verdadera causa es ideológica, y se ha hablado en contra de las reformas no viendo esa hambre, miseria y muerte, sino sentados, cómodamente, en puestos de reflexión que son verdaderas trincheras ideológicas.
¿Somos nosotros de la trinchera opuesta? De ninguna manera. Creemos que Proreforma no tiene una propuesta de ideología sino de principios. La ideología trata de promover ideas para alcanzar el poder y mantener el poder. En el caso de Proreforma no se trata de eso. Se trata de invitar a toda la población a someterse a los principios que, desde épocas antiguas, se consideraban la esencia de las normas jurídicas: principios generales, abstractos, aplicables a todos, que no privilegian a nadie en particular, pero que a la vez hacen posible el desarrollo de todos en general.
La fortaleza de un país es su clase media. Eso es lo que nos indica si se está achicando la brecha relativa entre ricos y pobres. Ninguno de los grupos que nos ha visitado viene hablando en nombre de los pobres del país, que necesitan empleo, que necesitan seguridad y que necesitan servicios, no en la capital de Guatemala, sino el empleo que se crea en gran escala en el interior del país.
Ustedes honorables legisladores, seguirán oyendo argumentos en contra de proreforma. Algunos incluso amenazando que si ordenamos nuestras instituciones como recomienda Proreforma, esto causará una guerra civil en Guatemala. Otros acusando a la propuesta de exclusión, apoyada en el argumento absurdo del silencio. Como Proreforma no toca los artículos, que ya nuestra Constitución contiene sobre los pueblos indígenas, entonces se le acusa de excluyente. Falacia, en la que no tocar, se interpreta por excluír. Lo que se esconde es que los grupos que se oponen, son los que buscan algún privilegio, unos para su trabajo entre grupos étnicos, otros para su proyección como ONGs, otros para prolongar su existencia como ecologistas.
Por eso una de las primeras manifestaciones en la propuesta es el contenido del artículo 157 que en una de sus partes reza así: “En ningún caso el Senado o la Cámara de Diputados emitirán Ley o decretos arbitrarios o discriminatorios, en los que explícita o implícitamente se concedan prerrogativas, privilegios o beneficios que no puedan disfrutar todas las personas que tengan la oportunidad de hacerlo.” Esta es la primera vez la historia de Guatemala que una constitución explícitamente dice esto, y luego se propone hacerlo realidad, por medio de una serie de controles cruzados en el texto constitucional.
Presentación del ISN a la Comisión de de Legislación y Asuntos Constitucionales Del Congreso II
En Guatemala, esos derechos están consignados en el título II, capítulo I de la Constitución, como norma petrea. Pero ¿están realmente resguardados esos derechos en la práctica? Creemos que la inseguridad ciudadana, la historia de abuso a los derechos humanos en el pasado; la violencia que ronda en nuestras calles; la falta de justicia pronta y cumplida; el uso del poder impositivo; son diversas formas en los que, en la práctica, se abusa de los derechos que la norma pétrea trata de proteger. ¿Cuál es la solución a semejantes atropellos en contra de la persona?
Fundamentalmente, la respuesta consiste en asegurar que los aspectos contenidos en el Título II, Capítulo I de nuestra Constitución, sean debidamente resguardados de los vaivenes de lo político y del desorden y desborde social. Proreforma provee una forma institucional de garantizar mejor esos derechos, fortaleciendo el Estado de Derecho, la sensibilidad jurídica en la ciudadanía y la independencia de poderes.
Proreforma fortalece las instituciones públicas y elimina sus posibles debilidades. Al Poder Ejecutivo le quita su mayor debilidad, que es la de, prácticamente, no ser responsable a nadie. Al proponer un sistema para pedir cuentas al presidente la calidad del ejecutivo sólo puede mejorar. Al Poder Legislativo le quita su mayor debilidad, la ambición de controlar la vida de la gente por medios jurídicos en vez de perfeccionar las instituciones. Al enfocarlo en el derecho administrativo le quita esa debilidad. Al Poder Judicial le quita su mayor debilidad que es la intromisión de lo político en la justicia. Y a la administración pública le quita su mayor debilidad, que es la ausencia de independencia del Contralor de Cuentas de la Nación y del Fiscal General, evitando que el presidente sea juez y parte al nombrarlos de entre sus amigos.
Para nosotros es bastante obvio que sin estos elementos de reforma constitucional no hay república. Tendremos el nombre, pero será para disfrazar una monarquía siempre peligrosa que permite la intromisión de los grupos de poder, oligárquicos y delincuenciales en la cosa pública. Nosotros no creemos que los políticos sean enemigos de la ciudadanía. Pero si la población lo ve así, debemos entender que es porque la política, sin el resguardo de la ley, es peligrosa, no sólo para los ciudadanos que vivimos hoy, sino aun para los futuros guatemaltecos, en tanto nuestro estilo personalista y poco sensible a lo jurídico, hace prevalecer los intereses personales de quienes gobiernan, por encima del interés general y aun por encima del derecho individual.
Un aspecto importante es recordar que todos los partidos políticos naufragan porque no tienen el respeto ni de sus pares, ni de la ciudadanía. ¿Por qué no pueden mostrar resultados positivos? En parte, porque la falta de equilibrio de los poderes, coloca todo lo político en una tenebrosa región, de ausencia de rendición de cuentas y de falta de transparencia. Toda la reputación nuestra como políticos, nos incluimos nosotros como Instituto, se ve cuestionada por que nuestros móviles y, muchas veces nuestras acciones, no están sujetos a la ley. Pero, si transparentamos la gestión de quienes hacen gobierno, permitiremos el éxito en la gestión de los partidos políticos, y mejores augurios para la vocación política, renovando así su reputación. Nada más honroso para ustedes y nosotros en el Instituto de servicios a la Nación.
Presentación del ISN a la Comisión de de Legislación y Asuntos Constitucionales Del Congreso III
El viernes 29 de mayo recién pasado, cumplimos 24 años de haber promulgado la Constitución Política de 1985. Nosotros preguntamos, ¿Por qué son tantos los que creen que se agotó la Constitución de 1985? Porque la vida nacional es dinámica y requiere que lo una vez propuesto se actualice con las leyes que fortalecen instituciones. A la constitución de 1985 le quedaron pendientes algunas normas o reglamentos que complementaban la aplicación de ciertos artículos. Una de ellas es precisamente la del artículo 277. Pero, si en lugar de perfeccionar instituciones, creamos leyes casuísticas, particulares y con dedicatoria política, social o económica, la propuesta de 1985 seguirá el curso que muchos le anuncian. Nuestra legislatura, en vez de perfeccionar las instituciones, ha procurado “perfeccionar la sociedad”, buscando intervenir directamente en la vida de la gente, perfección imposible de alcanzar, aparte de las instituciones. La democracia es asunto de instituciones. Aportar al perfeccionamiento de las instituciones es la quintaesencia de la propuesta de Proreforma.
Nuestro esquema que muchos tildan de agotado, expresa su fragilidad en los abusos de gobernantes, en la impunidad de los grupos políticos para abajo y en la disfuncionalidad institucional de los ámbitos que dan seguridad a la vida, la libertad y a los contratos. Esto se traduce a ingobernabilidad a nivel social. Estas condiciones políticas causan alergia al desarrollo.
El desarrollo se cobija sólo en donde: 1. Se da la verdadera separación de poderes; no en la “república” que hace monarca al ejecutivo. En donde, 2. La administración pública se encuentra bajo el examen forense de un Fiscal General y de un Contralor de Cuentas independientes; y no bajo los largos tentáculos del presidencialismo. 3. También requiere separar más cabalmente, en el poder legislativo, las cámaras y jurisdicciones entre lo público y lo privado. Esto, en vez de una legislación afanada en hacer de cada acción de los ciudadanos un acto político bajo el escrutinio de alguna ventanilla del Estado. Finalmente, 4. El fortalecimiento del poder judicial, en su presupuesto y en el nombramiento de sus jueces, que aplican la misma ley a todos.
Permítasenos un poco de ingenuidad, mencionando a la Constitución de la primera república que se independizó en este hemisferio. La constitución Americana, la propuesta política mas estable de América, fue redactada por un grupo que no tenia esa misión. En septiembre de 1786, comisionados de cinco estados se reunieron para discutir reformas a los Artículos de la Confederación que mejorarían el comercio entre estados. La resolución que les convocaba especificaba su propósito, pero el grupo decidió, en vez de eso, proponer una nueva Constitución que mejorara el Gobierno Federal. Para ello invitaron a representantes de los otros estados a reunirse en Filadelfia.
La Convención de Filadelfia, como se le llamó, votó por mantener sus deliberaciones “en secreto” y decidió redactar un nuevo diseño de gobierno, en el cual establecía que si nueve de los trece Estados la ratificaban, la constitución entraba en vigor en dichos estados. Así, un puñado de hombres construyó el gobierno más estable que se conoce hoy. El tema entonces no era cuántos, ni quienes fueron sus autores, sino si la propuesta era buena o no. Cuando la aprobaron nadie sabía que tan buena podría ser, pero sabían que era mejor que lo que tenían. Sin antecedentes de los cuales aprender, solo el tiempo la probaría como lo que hoy es.
¿De dónde provenían los principios en los que se inspiró la Constitución Americana? No los crearon ellos, los prestaron del republicanismo romano. Precisamente, el mismo en el que se inspira proreforma. Si esas leyes fueron efectivas para protegen al ser humano, y para prestigiar otras civilizaciones ayer, ¿por qué no podemos repetir ese fenómeno antiguo en Guatemala? ¿Por qué distraernos criticando el éxito de otros en vez de imitarlo? Esa es la pregunta que ustedes deben responderse honorables señores miembros de la comisión.
jueves, 10 de septiembre de 2009
Diez principios teológicos para todo “legislador” o estadista
Segundo: Casi todas las formas de gestión política, crean fueros especiales, estados de derecho, privilegios, a unos porque tienen el poder, a otros porque tienen el dinero y a otros por que no tienen ni una cosa ni la otra. En esa circunstancia, los hombres pierden la igualdad de todos ante Dios y la ley, condición original con la que fuimos investidos por el creador.
Tercero: Cuando los hombres aceptan tales fueros y privilegios, ya no se interesan por respetar los derechos del otro. Porque los derechos de todos son relativos. Las personas no son iguales ante la ley en tanto están sujetas a ser promovidas por una disposición política, a ser afectadas en sus bienes o personas por una nueva ley, o a ser denostadas por algún fallo fundado en privilegios.
Cuarto: Esta condición es un factor importante de destrucción de la ley y de las buenas costumbres. Cuando los derechos de todos son relativos nos convertimos en infractores habituales de las normas y de esos derechos. No hay, entonces, tribunales, ni fuerzas de seguridad suficientes, para controlar el desborde social producto de esa actitud.
Quinto: En la tradición Judeocristiana, sostenida igual, por católicos y protestantes, las personas aprenden responsabilidad cuando se atienen a las consecuencias de sus actos. En donde los fueros y privilegios que vienen de la ley, han relativizado el derecho ajeno, eso ya no es posible.
Sexto: El Estado ha infectado a todos los habitantes de cierta insensibilidad jurídica, que equivale ni más ni menos que a la intromisión del Estado en el ámbito más sagrado del ser humano, el terreno de su conciencia, en el cual se ha depositado la infeliz semilla de la indiferencia moral frente al ser humano y sus derechos.
Séptimo: Hay otro dato, no menos teológico en el que se sustenta todo el Derecho. Es la falibilidad humana, la ambición de las personas, el abuso y el irrespeto que nos son propios como seres humanos. Sin ese dato, que la tradición católica y protestante llaman pecado, no serían necesarios ni ley, ni gobierno, ni tribunales, ni policías.
Octavo: Dos elementos extras resultan de la doctrina del pecado que tienen que ver con nuestra idea de la ley y las instituciones. El primero es que la información de las apetencias y necesidades humanas, esta irremisiblemente dispersa en la sociedad. Cada vez que creemos tener control sobre la información total de algo en la vida pública, es sólo a costas de la irremediable ignorancia de las demandas totales de esa sociedad. Por eso, el Estado jamás puede resolver todas las necesidades humanas. Simplemente, por que no sabe cuáles son. Nuestro conocimiento es imperfecto.
Noveno: La segunda implicación de la doctrina del pecado que resulta en esta crisis universal del conocimiento social, es que las instituciones que mejor sirven al hombre, no se pueden crear por diseño. Porque la sociedad no es una sociedad anónima con fines específicos. Es una sociedad cuyos fines son tantos como personas y cabezas existen, en las que “cada cabeza es un mundo”.
Décimo: Eso tiene grandes implicaciones para la ley. Porque, entonces el papel verdadero de las normas en la sociedad consiste en generar libertad y responsabilidad, en tanto nadie dispone del conocimiento suficiente para garantizar la felicidad del ser humano. La razón acaso produce buenas normas para el derecho administrativo, pero no puede arrogarse la misma capacidad en el campo del derecho privado, cosa que al asumirse, termina envileciendo los derechos de las personas. De ahí la necesidad de una Cámara que vele sólo por la integridad del derecho privado.
martes, 1 de septiembre de 2009
De falsas esperanzas políticas, esta empedrado el camino a la indiferencia
Qué duda cabe que al darse la independencia no pocos vieron en ella la salida de la pobreza. Aprovechadores habían dicho todo es culpa del rey, ahora nos sacudiremos ese yugo y nuestro futuro será diferente. No lo fue. Otros dijeron necesitamos quitarle la independencia económica a la Iglesia (1831-1837), ella es la culpable de nuestro subdesarrollo. Traigamos inmigrantes extranjeros que colonicen el noroccidente de Guatemala y entonces si vendrá el progreso. Morazán y Gálvez, hicieron todo eso y nuestro derrotero fue el mismo.
Que infeliz es cultivar la grana y el cacao de ellos es la culpa. El monocultivismo es lo que nos tiene sumidos en pobreza. Quitemos a la Iglesia sus tierras y repartámoslas, hagamos una revolución (1871) que se oponga a religiosos y peninsulares y llamémosle “liberal”, y eso nos sacará de la pobreza. No fue así. Introduzcamos el café y repartamos tierras y ello nos sacará de la pobreza. No sucedió como se hizo creer a la población. ¡Probemos, sacando a los jesuitas, se meten en todo, ellos son los culpables! Tampoco sucedió el cambio.
Cambiemos de moneda (1929), saquemos de nuestro vocabulario el peso plata, los reales, los quintos y adoptemos el quetzal como moneda, unida al patrón oro. Feliz decisión que nos salvo de las debacles financieras del sur, pero tampoco nos creo riqueza. Profesionalicémonos e introduzcamos el socialismo a la universidad nacional, la opción materialista si nos salvará de la pobreza. Pocas cosas hubo el siglo pasado mas empobrecedoras que tal ideología.
Hagamos una revolución que quite del poder a los liberales que nada tienen de liberales. Traigamos a un reputado educador a dirigirnos y ahí esta el fin de la pobreza. Repartamos un millón de hectáreas de la mejor tierra del país y eso eliminará la pobreza. Introduzcamos el seguro social, ampliemos la oferta escolar y eso nos sacará de la pobreza; llamémosle a eso “primavera democrática”; no sucedió así. Derroquemos a los marxistas que se apoderaron del Estado y eso nos sacará de la pobreza. Nada de esto produjo los resultados esperados.
Hagámosle guerra al Estado para implantar un régimen marxista, aprovechando la ayuda de Castro; eso solo produjo muerte, destrucción y pobreza, moral y material. Pidamos grandes préstamos al exterior, sometámos al país a criterios económicos internacionales para asegurar la devolución de préstamos y llamémosle a eso “neoliberalismo”. Eso nos sacará de la pobreza. Saquemos a los militares del poder y entreguémoslo a los civiles y eso traerá la riqueza y la prosperidad. Nada de eso fue así. Firmemos la paz “firme y duradera” y entonces si vendrá la prosperidad para todos. Hagamos unos Acuerdos de Paz y traigamos una misión verificadora que nos ayude a verificar que se cumplen los Acuerdos, con eso vendrá la prosperidad anhelada. Tampoco sucedió así.
Traigamos a la CICIG, ella nos salvará de nuestra ineficiencia administrativa y entonces si tendremos justicia y con ella riqueza. Las Comisiones de Postulación traerán prosperidad a manos llenas… y la historia continúa. Así, hemos buscado héroes y villanos sin pegarle a nada mas que al error. P. T. Bauer dijo, para cambiar un país sólo se necesita cambiar dos cosas: sus instituciones y las actitudes de su gente, únicas variables independientes del desarrollo.
La desesperanza se debe a que creemos haberlo probado todo, pero lo único que no hemos probado es ser república. Hoy tenemos una cuasi monarquía que no da cuentas a nadie. No hemos probado el equilibrio de poderes. No hemos probado el Estado de Derecho, que no es estado de legalidad; no hemos probado proteger eficazmente al ser humano, mas que como discurso constitucional, ni hemos enderezado a ello todas las instituciones del Estado. De eso se trata Proreforma, de lo que no hemos probado en casi 200 años.