domingo, 2 de agosto de 2009

La propiedad privada y la esclavitud

Este primero de agosto nos golpea con un nuevo abuso a la propiedad, el cierre de 34 radioemisoras en Venezuela. La razón es política, sólo sobreviven los “colaboradores” que entienden el “proyecto”, del régimen. Pero el marco es ideológico, en contraste con China o Rusia, Venezuela se cierra más a la propiedad privada. Así, se sigue la receta de la ortodoxia marxista y se obedece a tiranías ideológicas foráneas, en nombre de la soberanía del Estado.

¿Pero es la propiedad privada causante de la pobreza? Se creía, antes de la Revolución Industrial, que la riqueza consistía sólo en los frutos que esconde la tierra. La industrialización reveló que el suelo, el subsuelo, la minería, el agua no son en si fuentes de riqueza. Estimación equivocada aquella, según la cual, quien no tiene esos recursos no podía ser rico. Esa equivocación se corrigió cuando se reveló que todos poseemos fuerza de trabajo y creatividad. La industrialización comprobó que la causa de la riqueza es el ahorro, el trabajo, la idea, la inversión, las maquinas y la innovación. Sin eso, la repartición de la tierra, por si sóla, no producirá riqueza.

Fue Jules Michelet (1798-1874), historiador francés, quien sugirió que la pobreza de unos se debe a la riqueza de otros y viceversa. Desplegó en sus últimas obras una combinación de sentimentalismo, comunismo y anticlericalismo. Pero, ¿era eso real? ¿Cambió de manos la riqueza para decir que los que hoy tienen la quitaron a los que no tienen? Para nada. Los que tienen no se acercaron a una gran fuente de riqueza para asegurarse que expropiaban de ella la parte que pertenecería a los desposeídos. Aplicaron el trabajo, la idea, la inversión, las maquinas y la innovación para crear nueva riqueza. Así se produjo riqueza ayer y así se obtiene hoy, si la ley es prudente.

Hoy, los reyezuelos del continente buscan expropiar los espacios públicos y privatizarlos para su uso personal. De tal manera que sólo se escuche su voz en los medios; sólo se comenten sus ideas en la prensa; y sólo se vean sus rostros en el espectro televisivo. Esa privatización, hecha en nombre de los pobres, esconde que en lugar de hacer del país un país de propietarios, por ley, ahora sólo uno puede tener derecho a la propiedad, el tirano.

Toda la discusión de la riqueza se esconde en lo ideológico. La riqueza no es un juego de suma cero. La Revolución Industrial vio algo que Marx ya no pudo ver, el surgimiento de la clase media. Una sociedad de propietarios surgió cuando se achicó la brecha relativa entre ricos y pobres. Eso hizo a los hombres mas libres posibilitándoles escoger en dónde trabajar y por cuánto trabajar. Hoy, menos que nunca, viene la riqueza de la tierra y mas, de la creatividad de cada quien.

El proceso de expropiación sabemos a dónde se dirige. A quitarle todo el fruto del trabajo al trabajador, para dejarlo a merced de las colas, mercados negros y codazos de las industrias estatales. Todo por la promesa de que el Estado proveerá educación, salud y trabajo a todos. Lo que no sale en la propaganda es la escasez de productos y miseria de salarios. Pero, como no tienen con que protestar, no pueden rebelarse para sacudirse el tiránico yugo. Esos son los nuevos golpes de Estado, cambiar la ley para colocar a un dictador del cual los pobres ya no pueden defenderse.

Sin medios de comunicación, sin otras fuentes de trabajo, sin otros proveedores de ropa, de alimento, de educación, de salud y trabajo ¿qué queda? La esclavitud o la búsqueda de la libertad en otro país, no habiendo podido defender la del propio. Los soldados griegos, y la mitad de la población en esclavitud, en roma, no pudieron rebelarse por que no eran propietarios ni de sus armas para la guerra. Así, hoy el despojo asegura que la tiranía sea duradera.

Nadie reniega a la propiedad de manera natural. Todos reclamamos como propia la comida que ingerimos, la ropa que vestimos y las habilidades que tenemos. Toma algo ajeno al ser humano, una ley impuesta por la fuerza, prohibir la propiedad. Esa ley, y las que le acompañan, han probado, históricamente, ser ineficaces para crear riqueza. Muchos lo han descubierto demasiado tarde.

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