La Biblia habla de muchas cosas que tienen un sentido económico. Por ejemplo, las leyes humanitarias de Moisés, el cuidado de Dios por los pobres, el rescate de la tierra y manumisión de esclavos, la protección a las viudas, huérfanos y extranjeros. Hay un uso abundante de términos para pobre y pobreza. En el Nuevo Testamento se relata la experiencia comunitarista de Jerusalén. Pablo, frente a la pobreza de los cristianos de Jerusalén, propone que con las dadivas de Macedonios y Corintios, “se supla la estrechez de ellos, para que haya igualdad”. Si estas a punto de optar por una Biblia socialista espera el resto de la información.
En Génesis 2:8, 16-17 Dios planta un huerto y coloca al hombre ahí para que produzca. El permiso del hombre para comer viene sólo después que le ha ordenado trabajar. Dios es el dueño de la tierra (Sal.24:1) pero al hombre, en el Jardín del Edén, lo declara su administrador. Esa donación reclama el respeto del prójimo “no robarás” y “no codiciarás” (Ex 20). El hombre debe producir y no hay prosperidad sin productividad (Pr. 6). El “trabajad con vuestras manos” incluye compartir (Ef. 4:28). Pero, ni la actitud religiosa nos excusa del trabajo, “el que no quiere trabajar tampoco coma” (2 Tes 3). La eleccion hace a los hombres desiguales y convierte a unos en señores y a otros en siervos, cosas igualmente dignas, que para nada tienen sentido económico sino teológico. Por supuesto, esto no da pie a una Biblia capitalista.
En la política, detrás de los sistemas económicos esta el control y la planificación centralizada; por otro lado, esta la libertad de emprender como su antípoda. Ni lo uno ni lo otro se ajustan a un ideal divino. Hablar de teocracia parece sugerir que la opción de Dios es la centralización. Pero, ni aun el control de Dios quita al hombre su libertad de desobedecer, equivocarse y destruir la obra de Dios. De modo que no es tan claro como se supone.
Quienes suponen que la Biblia es socialista piensan mas o menos así: 1. Dios promueve la solidaridad entre sus hijos y entre su pueblo; 2. Un sistema que explícitamente promueve la solidaridad es el socialismo; 3. Por tanto, la Biblia es socialista. Lo que falla son las premisas dos y tres. El socialismo que promueve la solidaridad es tan interesado y privatizado como las sociedades fundadas en intereses individuales. Estos argumentos han confundido a teólogos de la talla de Karl Barth para abajo. Por otro lado, ¿no dijo Adam Smith que el hombre que sirve mejor al mayor número es precisamente el que mas prospera en su sistema?
Quienes suponen que la Biblia es capitalista piensan en paralelo: 1. Dios otorga libertad a sus hijos en todo sentido 2. Un sistema que explícitamente promueve la libertad es el de libre mercado; 3. Por tanto, la Biblia es capitalista. Fallan de nuevo premisas dos y tres. La libertad que Dios promueve tiene fines teológicos que un sistema humano no percibe ni asume. Da mayor gloria a Dios que los hombres lo busquen y al hacerlo lo hagan desde la raíz misma de su libertad. Ese es el sentido de la libertad divina. De modo que ni el Estado benefactor ni el Estado libertador representan los propósitos de Dios.
Se ha sugerido un frühkapitalismus (“capitalismo temprano”) en los profetas. También, se ha sugerido que el Jubileo es “Reforma Agraria”. Son meros subterfugios “lingüísticos”, nada de eso representa las posturas decimonónicas del surgimiento de ambos sistemas.
El capitalismo surgió en la práctica del desarrollo industrial; el socialismo brotó en las teorías de Karl Marx. La diferencia entre ambos sistemas es que, si las normas protegen a las personas, uno produce riqueza y se distribuye en el natural trato entre los hombres; el otro, hace al Estado juez y parte, para expropiar la riqueza del trabajo al hombre y concentrarla en el Estado. Ninguno de los dos tiene sentido teocéntrico. Son meras herramientas para fines muy, pero muy antropocéntricos.
domingo, 28 de junio de 2009
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