No son pocos los que dicen que la economía se formalizo como una ciencia anglosajona. Hubo
varios pensadores franceses y españoles anteriores a Adam Smith pero en general
es a Adam Smith a quien se considera el “padre de la economía” y de las
ciencias sociales. Sus años son de 1723 a 1790. ¿Por qué los economistas
consideran a Adam Smith el padre de la disciplina? La tentación es explicar
primero que Adam Smith era profesor de moral y que su intención era explicar la
moral del lucro. De ese intento surge “La teoría de los sentimientos morales” y
posteriormente “La riqueza de las naciones”.
En sus obras Adam Smith dice con claridad que
son los individuos los que intercambian y no las naciones; afirma que cuando
dos personas intercambian ambas se benefician y solo gana aquel que beneficia
mas al mayor número, también ofrece la explicación mas detallada de la división
del trabajo que hace posible intercambiar y exportar e importar. En otras
palabras se puede aventurar una definición de economía según Adam Smith: “es
dedicarse cada quien a hacer lo que sabe hacer mejor para intercambiar con
otros que producen y sin pretenderlo, beneficiar a la mayoría en el proceso.”
Ahí hay dichas muchas cosas en esa breve definición. Alude a la idea de la
producción, al concepto del progreso como resultado de intercambiar y a la
división del trabajo que después elaborará David Ricardo, como la Ley de costos
comparados.
El
desarrollo de la economía antes de la escuela Austriaca era bastante
objetivista. Después de todo, la tierra se convierte en trigo, el trigo en
harina, la harina en pan el cual se consume y todo es tangible. Otra forma de
explicar el objetivismo es partir de la famosa paradoja de los diamantes y el
pan. ¿Por qué vale más un diamante que un pan si el pan sustenta la vida y los
diamantes son superfluos? Esa pregunta no se puede responder hasta que la
economía austriaca lo aclara. Qué se asumía en esa pregunta 1. Que las
valoraciones de los seres humanos eran mas o menos iguales todas 2. Que los
seres humanos escogen cantidades totales de un bien y no dosis de él; 3. Que la
determinación del precio de algo es ajena a las preferencias de las personas.
4. Que la cantidad de trabajo determina el precio. Así, se veía a la economía
según la oferta y la fabricación y no según el punto de vista de quien prefería
o no el bien.
Por otro lado, se creía, a finales del siglo
XVIII, en la Francia revolucionaria, que las entidades colectivas, los
conglomerados, las sociedades, piensan, deciden y tienen voluntad propia. Es
decir, los individuos no son tan importantes como los conglomerados. En todo
caso los individuos deben ceder su pretendido protagonismo al Estado nacional.
Esto es prácticamente una negación de lo individual. Es como si dijésemos que
quienes compran y venden nunca son personas ajenas entre si sino entes totales
unidos por algún mágico hilo que les vincula en sus actuaciones; no son nunca
individuos pues cuentan solo en tanto que grupo. ¿Quién compra? ¿Juan Pérez o
el pueblo de Guatemala? Pues en la visión colectiva quien va a la tienda no es
Juan Pérez es la sociedad. Esta es otra idea en desarrollo en el siglo XIX.
Estas visiones son importantes para determinar
quién produce, cuánto se produce y para quién se produce. Si todo individuo
esta mas o menos desdibujado en las colectividades, entonces el empresario no
es ningún héroe, su riesgo no es importante y las oportunidades que el vio
tampoco, pues es el pueblo el que produce y no el individuo que toma riesgos.
Por otro lado, el comprador tampoco es un sujeto que valora y escoge sino es
ente colectivo y finalmente, la cantidad que se produzca se venderá según la
cantidad de trabajo puesta en el bien, sin importar qué prefiera el comprador o
la valoración subjetiva de parte del consumidor. Estas son las grandes
imprecisiones detrás de la paradoja de ¿por qué el pan vale más que el oro?
Es en esa luz que cobra importancia el aporte
de Carl Menger. El subjetivismo Mengeriano consiste en el cambio ordinal
continuo en la escala de valores de todo ser humano. Lo resumo en la forma
siguiente: 1. Los individuos no han
diseñado las instituciones sino han tropezado con ellas por casualidad; 2. La
orden de qué se produce y a qué costo nace de los individuos que prefieren
dosis de este o aquel bien y no cantidades totales de algo; 3. El valor de las
cosas esta en su escasez y su necesidad y no en la cantidad de trabajo puesta
en ellas; 4. El intercambio siempre ocurre a partir de valoraciones subjetivas
desiguales entre personas (valoro mas lo que recibo que lo que doy); 5. La
preferencia subjetiva de bienes de primer orden o bienes de consumo determina
la estructura de la producción. 6 La producción es más compleja en tanto los
individuos que emprenden ven oportunidades y necesidades de la gente que les
inducen a crear bienes de orden superior o bienes de capital, para producir
bienes de consumo.
Después de la economía austriaca, la economía
nunca fue la misma. Se cuestionó de raíz la posibilidad del diseño o
planificación centralizada, si bien la necedad de hacerlo jamás se ha podido
detener a pesar de sus fracasos. Se sustentó el a priori de la libertad como
fundamento de la certeza jurídica y del ecosistema institucional que sostiene
el desarrollo. En otras palabras, sin una garantía total de los derechos
individuales, como les llama nuestra constitución, jamás tendremos riqueza ni
desarrollo.
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