¿Por qué hemos optado por posturas
distintas a las que generalmente se usan para explicar la revolución
industrial? Revisándolas una a una, el
ahorro weberiano, que consume poco, era en Inglaterra menor al promedio de
Europa. Fue Schumpeter quien dijo que
atribuir al ahorro la revolución industrial era como atribuirle al alfabeto las
obras de Shakespeare. Yo aclararía que no se trata del ahorro “por si solo.”
Tampoco se debe a la “ambición
personal” producto de producir mucho para tener mas. Los católicos, generalmente
se cree son menos ambiciosos que los protestantes, pero en Europa parecen haber
sido igualmente exitosos que los protestantes, en Ámsterdam, en donde eran una
tercera parte de la población y al norte de Italia. El factor de la codicia no
parece tampoco ser importante.
La “acumulación de Capital” de Marx
tampoco puede ser la causa en tanto este se debe usar en tiempo en el que se
obtiene, de otra manera, esperar un cambio de época lo deprecia. No puede
ponerse a esperar a la acumulación, que pase la piratería y llegue la
cooperación para usarla.
Otros factores mas probables, pero
considerados por si solos, tampoco pueden ser considerado factor clave, sea el
transporte, la división del trabajo, la asignación de recursos de la
agricultura a la industria, o ciertos recursos como el petróleo, el oro, el
carbón, en tanto eran sustituibles y aun transportables cuando se requiriesen.
O el intercambio internacional, por si solo, tampoco puede ser “la piedra
filosofal” en tanto había sido grandemente practicado antes de la revolución
industrial.
Los escases y la necesidad, el clima
y factores étnicos tampoco pueden invocarse, por si solos, como causas de la
revolución industrial en tanto ahora el desarrollo también se ha dado entre
grupos humanos muy diferentes en circunstancias y recursos a los nórdicos europeos. Si Australia, Singapur, Hong Kong, Malasia y
ahora Chile y Perú manifiestan que es
posible crecer a ritmos que tienden al 10% anual, los argumentos anteriores se
desploman.
Finalmente, contra McCloskey, la
inventiva humana tampoco pueden ser, por si sola, la causa de la revolución
industrial en tanto los hombres son inteligentes y en muchos casos libres e
innovadores pero sus países siguen siendo pobres. De modo que, aun los valores
y la libertad, tan poderosos como son, por si solos, tampoco pueden ser la
causa de la revolución industrial. Parodiando a Schumpeter diríamos “es como
decir que los arbitrariedades de una persona o las células de su cerebro
produjeron el mercado.”
El crecimiento económico es un
fenómeno de los últimos doscientos años que consiste en una feliz mezcla entre
los hábitos del corazón, la situación política y la concomitante libertad
individual, la innovación y, en particular, el descubrimiento del intercambio y
de la división del trabajo. ¿De donde nace esta visión? Los hombres libres,
innovadores que intercambian no son un fenómeno cuantitativo ni material. Es
decir, son un fenómeno “espiritual” más que económico. “Es parte de todo un
complejo de rituales morales, costumbres con la fuerza de leyes y el peso de la
santidad” (Clifford y Geertz, citados por McCloskey).
Los desordenes sociales fincados en
el egocentrismo
y la ingratitud, las guerras y las intervenciones estatales (los
vicios, las idolatrías, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras,
contiendas y disensiones) de los años 1914-1950 produjeron reducción en el
crecimiento lo cual se hizo mas evidente en los países mas desarrollados.
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