domingo, 16 de septiembre de 2012

El reciente milagro económico de la humanidad parte I


¿Por qué hemos optado por posturas distintas a las que generalmente se usan para explicar la revolución industrial?  Revisándolas una a una, el ahorro weberiano, que consume poco, era en Inglaterra menor al promedio de Europa.  Fue Schumpeter quien dijo que atribuir al ahorro la revolución industrial era como atribuirle al alfabeto las obras de Shakespeare. Yo aclararía que no se trata del ahorro “por si solo.”

Tampoco se debe a la “ambición personal” producto de producir mucho para tener mas. Los católicos, generalmente se cree son menos ambiciosos que los protestantes, pero en Europa parecen haber sido igualmente exitosos que los protestantes, en Ámsterdam, en donde eran una tercera parte de la población y al norte de Italia. El factor de la codicia no parece tampoco ser importante.

La “acumulación de Capital” de Marx tampoco puede ser la causa en tanto este se debe usar en tiempo en el que se obtiene, de otra manera, esperar un cambio de época lo deprecia. No puede ponerse a esperar a la acumulación, que pase la piratería y llegue la cooperación para usarla.

Otros factores mas probables, pero considerados por si solos, tampoco pueden ser considerado factor clave, sea el transporte, la división del trabajo, la asignación de recursos de la agricultura a la industria, o ciertos recursos como el petróleo, el oro, el carbón, en tanto eran sustituibles y aun transportables cuando se requiriesen. O el intercambio internacional, por si solo, tampoco puede ser “la piedra filosofal” en tanto había sido grandemente practicado antes de la revolución industrial.

Los escases y la necesidad, el clima y factores étnicos tampoco pueden invocarse, por si solos, como causas de la revolución industrial en tanto ahora el desarrollo también se ha dado entre grupos humanos muy diferentes en circunstancias y recursos a  los nórdicos europeos.  Si Australia, Singapur, Hong Kong, Malasia y ahora  Chile y Perú manifiestan que es posible crecer a ritmos que tienden al 10% anual, los argumentos anteriores se desploman.

Finalmente, contra McCloskey, la inventiva humana tampoco pueden ser, por si sola, la causa de la revolución industrial en tanto los hombres son inteligentes y en muchos casos libres e innovadores pero sus países siguen siendo pobres. De modo que, aun los valores y la libertad, tan poderosos como son, por si solos, tampoco pueden ser la causa de la revolución industrial. Parodiando a Schumpeter diríamos “es como decir que los arbitrariedades de una persona o las células de su cerebro produjeron el mercado.”

El crecimiento económico es un fenómeno de los últimos doscientos años que consiste en una feliz mezcla entre los hábitos del corazón, la situación política y la concomitante libertad individual, la innovación y, en particular, el descubrimiento del intercambio y de la división del trabajo. ¿De donde nace esta visión? Los hombres libres, innovadores que intercambian no son un fenómeno cuantitativo ni material. Es decir, son un fenómeno “espiritual” más que económico. “Es parte de todo un complejo de rituales morales, costumbres con la fuerza de leyes y el peso de la santidad” (Clifford y Geertz, citados por McCloskey).

Los desordenes sociales fincados en el egocentrismo y la ingratitud, las guerras y las intervenciones estatales (los vicios, las idolatrías, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas y disensiones) de los años 1914-1950 produjeron reducción en el crecimiento lo cual se hizo mas evidente en los países mas desarrollados.

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