Las grandes síntesis se abandonan cuando el pluralismo, la postmodernidad y la fragmentación del conocimiento dan al traste con ideas más globales del conocimiento. Para unos, es mas importante ser políticamente correcto, ergo, debemos en lo posible, hacer afirmaciones menos abarcadoras. Para otros, el conocimiento es transable, tu verdad por mi verdad, por tanto, nuestras afirmaciones deben ser menos definidas o definitivas. Aun otros, creen que el hilo conductor entre los campos del saber es imposible de trazar, por tanto sólo debemos aspirar a un conocimiento segmentado.
Las geniales síntesis de la historia quedan como piezas de museo. Agustín, y su síntesis entre cristianismo y neoplatonismo; Tomas de Aquino, y su síntesis entre Aristotelismo, cristianismo y nociones de derecho natural; Lutero, y su síntesis entre cristianismo, jurisprudencia y nominalismo. Newton, y su síntesis del sistema copernicano, de las leyes del movimiento de Kepler y Galileo. Kant, y su síntesis de la geometría no euclidiana, de la física de Newton y de la idea del deber del cristianismo. Hegel, y su ambiciosa síntesis de todas las síntesis, hasta llegar a Marx, que ensaya la síntesis entre filosofía germana, filosofía francesa y su versión de los clásicos.
Friederich August von Hayek también ensayó su propia síntesis. Se trata de la síntesis de la Escuela Austriaca, de la epistemología evolutiva del orden social y de la tradición crítica de las facultades de la razón, advirtiéndose la síntesis entre pensamiento social y ética. Los eticistas políticos han sido muy lentos en reconocer las posturas de Hayek derivadas de la libertad, la propiedad y la tradición.
La gran narrativa, las grandes ideas de la organización social, las grandes explicaciones de qué hace a una sociedad libre, productiva y responsable, parecen perderse en el ocaso, en “la muerte de las ideologías”. Pero, pluralismo, postmodernidad y fragmentación del conocimiento son temporales, meros episodios en la historia del pensamiento. Mas temprano que tarde, volveremos a las síntesis, como reacción natural no sólo al péndulo de la filosofía, sino a la necesidad generacional de explicarnos las cosas de manera más cabal.
Ahí, de nuevo, nos preguntaremos, como ayer, qué hace a una nación rica, qué hace a un pueblo libre, cómo surgen las instituciones y se mantienen incólumes (la moneda, el lenguaje, la propiedad, la familia y la fe). De nuevo, buscaremos las respuestas, pero ya no las asumiremos virginalmente. Nos alejaremos de los totalitarismos, ponderaremos quizá la astucia de Lenin, al aterrizar el marxismo en un partido comunista, pero no compraremos sus resultados, dado el desastre social que produjeron en el siglo XX y principios del XXI.
Juzgaremos el poder absoluto del Estado como una estupidez de las muchas que se encuentran en la historia. En la narrativa del desarrollo, los nombres de los actores totalitaristas serán meros accidentes inservibles en la nomenclatura de la pobreza y la corrupción. De nuevo, nos plantearemos qué se requiere, políticamente, para lograr el desarrollo. La respuesta será la misma que proponemos hoy desde ProReforma.
Separar el derecho administrativo del derecho privado, establecer una entidad del Estado que protege la vida, la propiedad, la familia y los contratos, a lo largo de todas las instituciones y leyes; y mantener vigente la reforma del organismo judicial para hacer posible la justicia. Esas son nuestras grandes ideas para la sociedad, en el 2010.
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