domingo, 13 de diciembre de 2009

¿Es posible separar la ética de las ciencias sociales?

Lo humano esta plagado de decisiones. Esa es la esencia no solo de las ciencias sociales sino de su presupuesto fundamental, la libertad. Evaluar las consecuencias de las decisiones es algo que se hace de distintas maneras en las ciencias sociales. Generalmente, se culpa al poder, a la economía, a la realeza, a la religión de la muerte, la pobreza o del sufrimiento humanos.

Es poco frecuente, sin embargo, que se culpe a las ideas de los malos resultados y de las tragedias humanas. No hace mucho asistí a una conferencia, en donde uno de los oradores se rasgaba las vestiduras intelectuales, porque otro conferencista había mencionado la ética en una conferencia sobre “populismo”. Según el crítico, era un traspié profesional, hablar de la ética. Un error conceptual, tan solo mencionarla, la ética no tenía cabida en una conferencia sobre populismo. Las ideas propias parecían ser inmunes a lo correcto o lo incorrecto, eran las opuestas las que estaban equivocadas, lo cual era una desconsideración ética a todas luces.

Alguien preguntará de cúal ética estamos hablando. Porque existe la ética de clase, todo el que pertenece a la “clase social equivocada”, es de suyo agente inmoral, y en lo conceptual equivocado. Eso es parte de otra categoría abarcadora, "la ética dialéctica", según la cual, todo ha de juzgarse según la confrontación, la lucha de clases, "motor de la historia". Una de las afirmaciones categóricas que tiene más de teología que de ciencia. Postura que coloca el énfasis en la libertad de la clase, pero sin concederle derechos ni responsabilidades.

Existe otra ética, aquella que insiste en que el ser humano y su libertad son el principio por excelencia para juzgar lo bueno y lo malo de la acción. Lo que Kant tomó del evangelio, el imperativo categórico: no hagas a tu prójimo lo que no quieres que te hagan a ti (Mateo) o haz a tu prójimo como quieres que sea hecho contigo (Lucas). David Hume centró la ética en todo aquello que respeta la libertad del prójimo. Esta postura ha tenido consecuencias que en los repliegues de la historia se pierden de vista. Pone el énfasis en la libertad, que "razona" para comprobar sus derechos.

Si juzgamos a las ideas por sus resultados, de alguna manera hay que decir que, desde el punto de vista ético, ni ponerse del lado de los débiles, ni ponerse del lado del individuo ha evitado la muerte y ruina del hombre. El siglo XX, con su cauda de guerras y genocidios, sostuvo de alguna manera una ética centrada en la defensa de lo que se creyó humanamente correcto. Las ideas que de Descartes a Hume, forjaron el subjetivismo francés, entronizaron “mi verdad”. La del hombre que defiende su libertad y razona sus derechos. Postura convertida en "verdad política”, gracias a suficientes “seguidores”, que la tradujeron a modernas formas de absolutismo político o totalitarismos, empezando con los jacobinos. Una ética sin trascendencia dejo de saldo muerte en Francia, España, Alemania, Italia, China, Africa, etc.

La ética judeocristiana insiste en la persona pero con un referente que le es superior. Protege sus derechos por saberlos anteriores y superiores al resto de la creación, pero hace al hombre éticamente responsable ante Dios. Dios define lo bueno y lo malo no en términos "religiosos" sino en términos de lo que dignifica y hace bien al ser humano. Esta visión del hombre ha contribuido a dignificar a la mujer, a proteger al niño del trabajo infantil, a abolir la esclavitud, a evitar las fianzas excesivas y a exigir el debido proceso. Estas cosas son manifestaciones prácticas del cuidado del ser humano. Derechos, libertad y responsabilidades unidos en una propuesta ética en la tradición judeocristiana.

Las Guerras de Religión, los abusos eclesiásticos y las disputas teológicas, parecen sugerirle a aquel ajeno al marco de ideas religiosas, que es mejor quedarse con la dialéctica o con el absolutismo de la persona. En el dicho inglés es "botar al bebe con el agua de la bañera". Ese no es un mundo perfecto pero tiene la mejor propuesta ética. Optar por una ética sin trascendecia es mas cómodo para aquellos que conocen poco de historia de las ideas o tienen suficiente conocimiento de filosofía para ser peligrosos. Las ideas equivocadas, también producen malos resultados, especialmente las que absolutizan el conocimiento, el poder y las posibilidades del uno sobre los demás. En esto coinciden el absolutismo individual, con su ética humanista y el totalitarismo del gobernante propuesto por el "falso individualismo".

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