martes, 20 de octubre de 2009

Chávez y la delincuencia en Venezuela

El presidente Chávez ha repetido que el desborde de la delincuencia, en Venezuela, se debe a que “existe un problema social;" ”es evidencia que las diferencias sociales causan la delincuencia”. Esta declaración tiene fallos. No sólo justifica la ineptitud en el manejo de la seguridad ciudadana; también comporta un fallo moral según el cual, si se es pobre, está bien delinquir.

Llevado a la práctica, eso quiere decir que cualquiera que se piense más pobre que alguien más tiene derecho a ser delincuente. Pero mas grave aun, la buena noticia para quien delinque es que, en razón de su pobreza, el Estado no tiene la obligación de perseguirlo. Ideas oscuras y confusas del “estadista”. La gente delinque por que no tiene valores, ni sensibilidad jurídica, ni temor de Dios. En la Venezuela de antaño, y aun de hogaño, la gente afectada por la pobreza, tristemente la mayoría del país, llevaba la pobreza con dignidad, y nunca la tomó como licencia para delinquir.

Hay otra razón para la delincuencia. Es de origen político. En donde el Estado ha dado el ejemplo a los demás de que no se han de respetar los derechos del otro, la gente pronto aprende a hacer lo mismo. Si las empresas que el estado no creo, se pueden arrebatar por la fuerza, usando la ley como pretexto, eso tiene un poderoso mensaje para la población. Si los puestos pueden comprarse y las instituciones personalizarse para ajustarlas a los caprichos y extravagancias de quien gobierna, eso de nuevo, ante la opinión pública, se convierte en escuela de la delincuencia. Riqueza rápida y sin aportar sacrificios, tal cual el gobierno.

Ese ha sido también el defecto de nuestra tradición jurídica, ahora más evidente en los gobiernos socialistas. Consiste en legislación que crea ámbitos de derecho, privilegios, por ende, crudamente discrimina contra otros. A unos se les favorece porque tienen el dinero, a otros porque tienen el poder político y a otros, pues, porque no tienen ni una cosa ni la otra. Eso relativiza los derechos de todos y, en donde el derecho ajeno no se respeta o no vale nada, se anida la delincuencia de manera natural.

Es una burda apología del delito refugiarse en la explicación “social” de la delincuencia. Mas honesto resulta decir no sé porque ha proliferado. Es sintomático que estos gobiernos entregados a “servir a los pobres”, no consiguen controlar el desborde social de la delincuencia que trajina toda clase social. Cuando más promesas se hacen a los pobres, más prolifera la delincuencia. Algo hay en las decisiones y en el discurso políticos que para la población se traduce a un derecho a arrebatar lo que proclama el presidente. Realmente, consiste esta actitud en la encarnación del irrespeto al derecho ajeno, llevado de las instituciones al pueblo.

Es lo opuesto al Estado de Derecho que promueve la protección de los derechos de la persona humana, anteriores y superiores al Estado. Esa visión, ha sido siempre más eficaz en el combate a la delincuencia. Se trata de una filosofía en la que la igualdad económica no es un ideal superior a la equidad, ni al derecho ajeno. La igualdad económica por decreto siempre ha sido un riesgo, porque sólo se puede lograr hacia abajo y a costa de la libertad, un valor mas preciado.

Pero la mala noticia para Venezuela es que los infractores aumentarán en vez de disminuir. Cuanto más se restrinjan las libertades personales y se limite a las personas aquello que en otros países todos son libres de hacer, más infractores y rebelión habrá. De nuevo, se dirá que la culpa la tienen los “reaccionarios”, y no las decisiones del gobierno.

Es una pena que el principal factor de relativización de la ley y de las buenas costumbres provenga de éste presidencialismo tan insensible a la ética y a lo jurídico. Y mas penoso resulta que, sin meritos en la moral, sean estos criterios los que quieren hacerse de la patria potestad compartida de los niños en Venezuela.

Sin ideas claras, solo se recurrirá a la policía estatal para someter, por la fuerza, a una nación de infractores que el gobierno mismo esta creando. Todo ello, sin detenerse a meditar ¿por qué es que nada de lo que se prueba produce los resultados esperados? ¿Por qué hay que acudir al ardid y a la ficción para esconder los malos resultados? ¿Será que no tenemos la verdad absoluta?

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