jueves, 24 de febrero de 2011

Dos tradiciones de libertad

De lo dicho anteriormente colegimos que, fundamentalmente, hay dos tradiciones de la libertad. La que vino históricamente primero es la libertad concebida como ausencia de coacción arbitraria de un tercero. Es la que se incubo en la roma republicana, siglos antes de Justiniano, y de la misma raíz se concreto en Britania. Es la libertad que insistía en fijar límites al poder arbitrario del monarca durante el derecho consuetudinario del Medievo, recogido por el Common Law inglés.

Esta tradición fructificó en el siglo XVIII en Escocia, la tierra de Juan Knox, el discípulo de Calvino y fundador de la Iglesia presbiteriana. Es la tierra en donde surgió David Hume, quién, pese a su agnosticismo, solía escuchar a George Whitefield, el predicador del primer avivamiento. Intelectuales del alumbramiento escocés, cuyas doctrinas económicas y sociales no tienen rival en claridad, de cuyo legado tomó la Escuela Austriaca (1870).  Se trata de Adam Smith, Adam Ferguson, Francis Hutcheson, ministros presbiterianos unos, hijos de ministros presbiterianos otros.  

Su idea central era la libertad, obviamente, no anticlerical como lo fue la de Francia, copiada en Latinoamérica.  Sino la libertad atada a la responsabilidad, como se entiende en términos teológicos. Aquella en la que “el hombre escoge”, pero toda elección tiene un costo el cual se paga hoy o se pagará después.   Dios quiere que el hombre le honre, pero quiere que al hacerlo lo haga desde la raíz misma de su libertad. Por eso Génesis 3, inicio de la historia humana de luces y sombras, con rendición de cuentas y responsabilidad.

Estas ideas escocesas florecieron en la Britania, ex colonia romana, tierra de la “Carta Magna” de 1215, con la que los hombres ponen límite al poder discrecional del monarca. Es el contexto de la “Revolución gloriosa” de 1688, con la que el parlamento toma poderes plenos y se termina, de manera menos violenta que en Francia, con el gobierno de la monarquía. Se formalizó la unión entre Escocia e Inglaterra al sur en 1707. Entre 1760-1830, Inglaterra vio la revolución industrial que creo empleo en grandes cantidades y cerró la brecha relativa entre ricos y pobres. Dispuso bienes y servicios en masa para las masas. Repartió el ingreso y facilitó el nacimiento de la clase media.

La otra tradición floreció en Francia, con el imperio de la razón y de la cual los iberoamericanos somos mas fervientes seguidores. A la vez que se impulsaba esa revolución silenciosa, en Inglaterra, marcada por el derecho y el respeto al ser humano, los estridentes franceses impulsan su revolución de la razón. Sientan a una prostituta en la Iglesia de Notredame y dicen al pueblo esta es tu diosa, la razón.

La razón se convierte en una nueva capacidad, de perfeccionar la sociedad por medios jurídicos, políticos y económicos. Coincide con esto, la formación de las disciplinas modernas. Se estima que los poderes organizadores de la razón pueden darnos no sólo mejores disciplinas científicas sino mejores sociedades. ¿y del ejemplo tan claro de Inglaterra que quedó? Su ejemplo nos ilustra que las grandes instituciones como la propiedad, la moneda, el derecho, el idioma y la fe no son producto de la razón o diseño de ningún hombre.

A partir del ideario francés, copiado en iberoamerica, surgió un derecho que se concreta en la ley como dato positivo, a la Kelsen, “teoría pura”, sin tradición ni moral; una economía que se concreta en los modelos matemáticos de Marshall, Walras y Samuelson, que se solazan en la ficción de que los números representan elecciones reales del ser humano. Surge el marxismo, cuyo ideal es la igualdad impuesta, que al final produce tiranía. El racionalismo constructivista no es auténticamente libertad y es el principal opositor a la ética cristiana. Es así como la razón ambiciosa socava la libertad y la fe.  La libertad teológica y la francesa están en pleito y muchos hombres y mujeres del Derecho no lo sabemos.

jueves, 17 de febrero de 2011

¿Son liberadores todos los liberales? (2)

      Dentro del mundo ingles, había un rincón, entonces subdesarrollado, en donde la gente era aun más libre que los mismos ingleses de Inglaterra. Se trata de los ingleses americanos, de Massachussets, de Rhode Island, de Virginia, y para defender esa libertad inglesa, lucharon contra los ingleses de Inglaterra y a eso le llamamos la guerra de Independencia de Estados Unidos. 

Así el mundo anglosajón se adelantó al resto del mundo con la idea de la libertad. Son los mas liberales y, tras la Independencia de EEUU en 1776, treces años después, vendrá la Revolución Francesa, 1789, hablando de “liberte”, “fraternite” y “egalite”, todo esto, unos cien años después de la revolución gloriosa inglesa, de 1688. 

Pero el españolísimo vocablo liberalismo, llegó a España y a Iberoamérica vía la revolución Francesa. No nos llegó la idea de la libertad inglesa sino francesa y sucedió de la manera siguiente. En España un vigoroso movimiento liberal se convirtió, en la primera parte del siglo pasado, en una guerra civil (1936-1939) entre republicanos y nacionalistas. En general, los republicanos equivalen a la línea liberal afrancesada, que es mas socialista y los rebeldes o nacionalistas a la línea conservadora, pero eso es una grosera simplificación nada más para ubicar la discusión. A eso se le llama una guerra entre liberales (socialistas) y conservadores (militares rebeldes que defienden a la corona). De los fragores de esa lucha surge este vocablo que, en España,  se convirtió de Whig en “liberal”. En ingles se dice liberal; en alemán liberalismus; en italiano liberal. Se trata de una palabra castellana que desde la guerra civil española ha penetrado el mundo entero, con un contenido diferente.

De modo que el movimiento liberal triunfó primero en Inglaterra; después en Norteamérica; después la versión francesa, muy diferente, es, sin embargo, la que se exporta al mundo entero en el siglo XX. En cuanto a la esencia de la libertad, era muy diversa en todos esos casos mencionados: Inglaterra, 1688, Estados Unidos, 1776, Francia 1789, Iberoamérica 1810-1821, España 1939.  Por ejemplo, entre los liberales de la Inglaterra decimonónica y los de Norteamérica, hay una gran diferencia. 

Esa versión francesa esta como fantasma que va señalando el camino de retroceso del liberalismo, primero detrás de la primera guerra mundial; esta también detrás de la segunda guerra mundial; y también esta detrás de las revoluciones marxistas. No es la idea original de los ingleses, es otra cosa, pero es lo que se conoce y lo que se convierte en aspiración internacional. Se trata de la entrega de la soberanía en manos del "cuerpo político" de Rousseau; de crear la sociedad perfecta por medios jurídicos; de la legislación colectivista que conduce a las tiranías, bajo la justificación de un Estado nacional libre, con ciudadanos cada vez menos libres.

Podríamos decir que ese retroceso se vino dando desde de 1914 hasta 1979 que Margaret Thatcher y Ronald Regan coinciden en el poder. En las primeras tres cuartas partes del siglo 20, la libertad retrocedió y el liberalismo casi murió. No solo estaba triunfando el marxismo cada vez en mas países, sino que la ideología socialista era “the wave of the future”, en la academia, en  las guerras de insurrección y en los medios de comunicación social, en donde el liberalismo estaba, totalmente, olvidado. 

En efecto, liberales se llamaron también los legisladores colectivistas del siglo XX, pero su liberalismo no era liberador, ni lo es hoy dos siglos después. De esa madriguera, sin embargo, nacieron las constituciones iberoamericanas. Ese equivoco explica por qué los "liberales" colectivistas no son liberadores.

jueves, 10 de febrero de 2011

¿Son liberadores todos los liberales? (1)

Hay dos historias de la libertad que F. von Hayek menciona en su libro “Los fundamentos de la libertad”, y que aquí recogemos, a manera de trasfondo histórico. Se trata de la historia francesa y de la historia inglesa de la libertad. Hablando a groso modo, la inglesa se basa en la tradición; la francesa en la razón que construye instituciones para producir la sociedad perfecta. Pues de esa combinación histórica nace el conocido concepto “liberalismo”, si bien con muy dispares significados; por ejemplo, la diferencia entre America Latina e Inglaterra.

Hayek señala que el hombre sólo puede crear en la medida que es libre. Todo lo que nosotros encontramos de valioso en la cultura, en la civilización y en la vida en general, como el nivel de vida, el confort, con todos los valores del espíritu que vemos en las artes, las letras y la música, es el producto del hombre libre. Solo en la medida que el hombre es libre puede crear. Por otro lado en occidente se ha discutido mucho qué es lo más importante para el hombre, si la razón o la libertad. Al final es una dicotomía tal vez falsa porque las dos cosas no tienen por qué excluirse. El punto es, en todo caso, que para ser libre se debe ser racional.

En la edad media, hubo grandes figuras que discutieron este punto, concluyendo que sin libertad no existe el ser humano. La libertad es la esencia del hombre y sin ella el hombre deja de ser hombre. Esto tiene muchas implicaciones por ejemplo a partir del pensamiento de Emanuel Kant. El insistió que, si bien las dos cosas son importantes para el hombre, el bien humano por excelencia es la libertad. Al punto que de todos los seres el único que sabemos que es libre es el hombre. ¿Por qué? Porque el hombre y la mujer es el único que puede renunciar a sus apetitos. Todos los demás seres son esclavos de sus apetitos. ¿Por qué éste énfasis en la libertad? Porque los grandes movimientos intelectuales, sociales y políticos desde la revolución científica de Copérnico, Kepler Galileo y Newton, hasta la Reforma de Lutero, se fundamentan en la libertad.

Sólo el origen del vocablo liberal ya es interesante, porque es un aporte castellano a las ciencias políticas. En ingles se dice liberal; en alemán liberalismus; en italiano liberal. Se trata de una palabra castellana que ha penetrado el mundo entero. Los escoceses tenía otro concepto para definir el liberalismo, ellos le llamaban Whig, que era un apodo o mote que significaba algo así como “cuatrero” o “asaltador de caminos”. Así les llamaron a los presbiterianos que marcharon sobre Edimburgo en 1648, para hacerse del poder político en Escocia. Esto forma parte de la historia de la Reforma protestante en Escocia, que gobernó ese país con el Kirk party o partido de la Iglesia. Pues el liberalismo o partido whig tiene de fondo a la Iglesia protestante en Escocia.

Whig, con el, tiempo pasó a ser un nombre de honra que representaba a los disididentes y a los comerciantes, a aquellos que rechazaban el anglicanismo y la monarquía absoluta. En Inglaterra, en donde se peleaba una guerra entre ser anglicano, católico o protestante, los Whigs se apoyaron en el bill of rights y promovieron la “Revolución gloriosa de 1688”. Pero el nombre whig es intraducible en otros idiomas porque se trata de un regionalismo inglés.

En el siglo XIX, cuando el valor social más importante era la libertad, los ingleses habían fijado ya la idea de que no se trataba de la libertad nacional sino de la libertad del individuo. De modo que ese liberalismo que se inicia en el siglo XVII en Inglaterra, en su Revolución gloriosa, constituye el triunfo de los hombres más libres durante un siglo. Tan libres son que los franceses los envidian y cuando las condiciones de la Revolución Francesa se dan al final del siglo XVIII, Voltaire y Montesquieu miraban al experimento inglés. No es descabellado afirmar que la Revolución Francesa se hace en un intento de imitar las libertades inglesas.