lunes, 5 de septiembre de 2011

El sentido común en las elecciones


Lo que preocupa a los electores hoy
Los últimos días de la “fiesta cívica” se parecen mucho al sentimiento de los padres de la novia antes de la boda. Menos ilusión, mas costos, mas tedio, aburridos de las tensiones y de lo monotemático de las campañas. En estos momentos, en que ansiosamente esperamos emitir el voto, los espectadores de la campaña hemos llegado al paroxismo y  desesperación; pedimos que esto se resuelva de una buena vez. Obviamente, solo estoy pensando en voz alta, pero sospecho que a nombre de millones de electores.
Hay varios problemas que se deben poner en blanco y negro.Primero, los guatemaltecos necesitamos la información acerca de los candidatos que las campañas nos ofrecen. Lamentablemente, en una sociedad más de imágenes que de reflexión, los candidatos recurren a la repetición e inundación de espacios públicos para ganar por asfixia más que por convencimiento. Esta práctica no es educación cívica.
Segundo, los costos de “informar” a la población son altísimos. En una tierra en donde los pobres salen, en grandes números, de detrás de cada árbol, llora sangre que tanto dinero se vaya en informar de caras almidonadas, sonrisas con foto shop, y cirugías plásticas han dejado a algunos casi con la imposibilidad de cerrar los ojos. Este dinero debe emplearse de otra forma.
Tercero, la indiferencia política es apabullante. A pocas semanas de las elecciones hay más de un 35% de indecisos, lo cual significa que los esquemas de “información” no están haciendo mayor diferencia en la mente de los electores. Es importante acudir a nuevas maneras de información y educación cívica.
Cuarto, los programas sociales de la presidencia han desnudado algo hasta ahora solo simulado. Evidencian que los incentivos son importantes para la población. ¿Prostituyeron el sistema político con espejitos? Muchos puristas dirían que sí, pero hay que pensar más detenidamente antes de dar una respuesta final. Todos los candidatos ofrecen incentivos de mejora, mayor ingreso, empleo y seguridad etc. a cambio del voto. Están prácticamente comprando el voto. Esto es más o menos a lo que equivalen los Q300.00 que algunos recibían de los programas de gobierno. La perversión electorera de esto es que solo un partido tenga derecho a dar ese dinero, a cambio de hacer promesas, y el resto de partidos no pueda hacerlo.
La manera de aumentar la participación y educación cívicas
Por estas razones yo propongo algo realmente diferente. ¿Qué sucedería si todo el dinero de las campañas se cuantifica y se convierte en un fideicomiso, que todos los partidos depositan antes de las elecciones? Este dinero se pagará alícuotamente entre todos los electores, independientemente de por quien hayan votado. No se paga el voto favorable al partido ganador porque entonces se perdería la secretividad del voto. En otras palabras, la nomina de pago son todos los empadronados que votaron, independientemente de su preferencia electoral. El partido ganador pagará a los electores el 100% de lo depositado y el resto de partidos paga el 20% por participar. El sistema de cobro es sencillo, se comprobará con el sello de la cédula que la persona, en efecto, voto en las elecciones del 2011. Las implicaciones de esto hay que desarrollarlas.
Primero, todos los partidos compiten en igualdad de condiciones, pues cualquiera de ellos que participe tendrá que pagar a los electores por su voto. Segundo, todos los votos por las diferentes preferencias electorales cuentan para elegir a un ganador.Tercero, la estructura del pago es del 100% por participar en las elecciones y los votos de presidente, alcalde o diputado respectivamente, no se valoran de manera diferente. Cuarto, el fideicomiso es una mezcla de la información auditada de campañas pasadas, cuya cantidad se distribuye entre todos los guatemaltecos empadronados que votan, y eso fija la cuota a pagar por participar en la fiesta cívica. Quinto, el voto es secreto, lo único que comprueba el sello en la cedula de vecindad, y exclusivamente para fines de cobro,  es que votó, no por quien votó.
Los beneficios de este sistema son los siguientes. Primero, hay un incentivo directo que va a un guatemalteco concreto. No más candidatos que se quedan con dineros de campaña, ni más ventas de curules ni violaciones a la ley de partidos políticos poniendo más dinero que el estipulado. Si el ímpetu de poner más dinero es muy grande de parte de los benefactores, entonces recomendamos que se le añada a la cantidad base, la inflación del cuatrienio anterior. En este caso a muy pocos les preocupa que los costos suban por este medio. Lo que si se logra es transparentar los fondos puestos en la campaña.
Segundo, esta forma de incentivo monetario al voto desarrollaría mayor sensibilidad política que la indiferencia que hoy sufre el país. Si más gente se interesa en las elecciones, facilita también interesarlos en otros temas de carácter cívico y político. Esto mejora la calidad ciudadana de los guatemaltecos. Tercero, los candidatos no deben ocuparse de hacer campaña por todo el país. Realmente, sus metas no cambian mucho pero el trabajo que se les demanda si se aligera grandemente. Dinero y votos siguen siendo su principal objetivo, pero ahora en vez de regar el dinero en todo el país lo recogen en todo el país.
Cuarto, como los costos de informarse no los pagará el elector, proponemos la creación de un canal de televisión y de una radio que sean parte del Tribunal Supremo Electoral. En dichos medios se pasará también la publicidad del gobierno de turno y de hecho, los medios se sostendrán, precisamente, de ese presupuesto millonario que hoy se presta a tanto ilícito y corruptela. El gobierno, los partidos políticos y el TSE, tienen derecho al 33% del tiempo de aire. Su tarea es la educación cívica y democrática y el fortalecimiento del republicanismo. Todos los partidos, legalmente inscritos, tendrían derecho a una franja diaria y a pasar comerciales políticos, sorteando las horas pico o tomando turnos.
Un punto más es que las radios y televisoras privadas que deseen pasar propaganda política pueden hacerlo pero el partido que los contrate pierde su espacio en la radio y televisión destinadas para ese propósito. Lo mismo sucederá con los partidos políticos que contratan vallas, postes, u otros espacios públicos. Por la inversión hecha en medios ajenos al proceso electoral, debe ponerse en el fideicomiso,  exactamente la misma cantidad que se gastó. Los medios privados solo pueden pasar, sin afectar a los partidos, los debates presidenciales, de alcaldes o de equipos legislativos. Finalmente, las redes sociales, el voluntariado local y organizaciones comunitarias, tendrán que suplementar e informar, haciendo lo que ahora el dinero compra de otras maneras. Esto nos llevaría a tiempos de campaña sin anuncios en radio y televisión comercial, sin ensuciar la ciudad y sin partidos que cuentan con más propaganda que otros.
Quinto, hasta aquí, dado que el costo de participar, la oportunidad de anunciarse y el beneficio a los electores es el mismo para todos los partidos, el criterio diferenciador sería la comunicación y el debate de sus programas de gobierno en los medios dispuestos para ese fin. Los electores son igualmente indiferentes a todos los partidos pero el debate, el ejercicio comunicacional, el voluntariado y las redes sociales harían realmente la diferencia, despertando mayor sensibilidad a la participación política.
Sexto, no hay segunda vuelta. La mayoría simple nos permite tener un presidente o adoptamos el sistema de elección por preferencias en el caso de la presidencia.
Esta propuesta no es perfecta ni está completa, pero seguro resultará atractiva a más de algún guatemalteco con sentido común. Ahora permítame escuchar su opinión para mejorar esta debatible postura que pretende ser antídoto a la confusión, la indiferencia, el despilfarro y la irracionalidad mediática que me han inspirado las campañas políticas.

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