martes, 16 de agosto de 2011

Responsables de la quiebra: ¿liberalismo? Nada que ver

John Mynard Keynes, fue un economista inglés (1883-1946), cuyas ideas dominan aun hoy las ciencias económicas y las prácticas que de ellas emergen en los gobiernos de todo el mundo. Se enseñan en casi todas las universidades del orbe. Si a alguien se le puede dar el crédito o demerito de lo que sucede en las economías del mundo es a este autor. He aquí algunas de sus ideas económicas.  
Flujo circular del dinero. Creía Keynes que el “sístole y diástole” de la economía es el gasto. Si todos gastan, el dinero pasa de manos de quien lo gasta a otro que lo gana, y este a su vez, al gastarlo, convierte el dinero en la ganancia de otro. Cuando este círculo se detiene por el ahorro, la desconfianza o el conservadurismo, entonces el corazón de la economía se detiene. 
El Estado bombea dinero. Cuando el flujo se detiene, el Estado debe aumentar la masa monetaria, o salir a comprar bienes y servicios, contratar empleados o poner dinero en manos del público para que este lo gaste. Esta idea no fue bien recibida por los atemorizados sobrevivientes de la Gran Depresión, por eso se le da crédito a la masiva inversión en defensa, hecha por Franklin D. Roosevelt, para la reactivación de la Economía tras la Gran Depresión, supuestamente, gracias a las ideas de Keynes. Claro, se trataba de manejar, no cientos de miles de variables que tiene una sociedad en paz, sino una sola variable la de la economía de guerra.
La razón práctica para la redistribución de la riqueza. Keynes creía que el ahorro, el poco gasto o la reducción del consumo “desaceleran” la economía. Por eso es necesario encontrar mecanismos para colocar dinero en manos del público, especialmente de los más pobres. Los pobres no ahorran entonces al gastarlo pondrán en “movimiento” el sístole y diástole económico.
La macro estimula la micro. Los ingresos son una función del gasto, por tanto las tendencias macroeconómicas que reducen ingresos pueden influir desproporcionadamente sobre la microeconomía. Por ejemplo, cuando se recorta el gasto del Estado, cuando no crece el presupuesto del Estado, cuando no se incrementa el consumo, la macro desestimula la micro. De modo que las políticas monetarias, cambiarias y crediticias deben incentivar el gasto, el consumo y la demanda.
El multiplicador del gasto.   El efecto de lo dicho hasta aquí es que el incremento total en ingresos y gasto constituirá un “múltiplo alto” del gasto original del gobierno. De modo que esta demanda puesta en marcha por el gobierno hará que el gasto realmente “multiplique” la actividad económica.
La importancia de la demanda agregada. Todo esto sugiere que es importante no desincentivar la demanda. Si la demanda agregada (la demanda total de bienes) se desincentiva, habrá sobrante de bienes y servicios; también habrá desempleo; habrá variaciones en los precios de los bienes de consumo y la solución a esto será dirigir el gasto del gobierno a sectores específicos, para que la demanda nunca caiga. A este estímulo Keynes le llama “demand-side economics”.
La respuesta lenta de los precios. En el libre mercado los precios no se mueven con agilidad, entonces o se acortará la oferta o se ausentará la demanda. Precios “estancados” desincentivan la demanda. Eso crea un ambiente inflexible en donde los negocios y los consumidores necesitan un empujón del gobierno, por ejemplo, comprando el exceso de bienes ofertados. Para ello se propuso la “velocidad de movilidad del dinero”. Los ricos lo gastan menos, la clase media un poco más y los pobres con mucha más velocidad.
Es posible el pleno empleo. “La teoría general del empleo, el interés y el dinero”, de Keynes, prometía el pleno empleo si se seguían los pasos señalados hasta ahora. No existe el empleo del 100% pero se alcanza el ideal cuando el desempleo constituye el 5% o menos. Entonces se habrá alcanzado “un equilibrio” en donde las empresas pueden maximizar su producción y los consumidores tienen el poder adquisitivo. Por ello, la inflación es un buen índice del “crecimiento estable” de la economía.
La recesión es combatida desde el escritorio. La idea de esto es que si todo se reduce a los estímulos producidos por medio de incentivar la demanda, el genio de la economía consiste en sacar por medios proactivos a la economía de la recesión, estimular el crecimiento y prevenir la inflación, un conjunto de medidas supuestamente coherentes unas con otras. Todas ellas manejadas a base de políticas económicas desde el Banco Central, como se hace en todo el mundo.
La “teoría general” lo arregla todo. La idea es que si a una obra se le llama “teoría general”, como la de Einstein, será lo suficientemente abarcadora para explicar cosas inexplicables.

CRITICA: 1. El dinero no es neutral y al aumentarlo aumentan todos los precios relativamente, castigando a los más pobres. 2. El costo de oportunidad no se considera, es unilateral, solo se asume el costo de no gastar. 3. Si el gasto es en verdad “multiplicador” solo necesitaría una inyección para activar la economía y no las permanentes intervenciones; 4. El incentivo a la demanda agregada es una idea filosófica, bien vista en papel, pero que nunca ha funcionado excepto para producir inflación; 5. La respuesta “lenta” de los precios en los “mercados libres” es otro concepto teórico discutible. ¿Lenta según quién y según qué? ¿A qué le llama “mercados libres”? 6. La “física económica” (Einstein) con conceptos como “desaceleración”, “precios lentos”, “movilidad del dinero”, “sobrecalentamientos” etc., no son más que prestamos conceptuales, de teorías que han producido muy malos resultados. 7. Esta escuela es posterior a la revolución industrial que en vez del intervencionismo cedió a los órdenes espontáneos el crear riqueza y empleo sin precedentes. 8. Los desastrosos instrumentos invocados como deuda soberana, bonos, reducciones de tasa de interés, endeudamiento (adictivo) etc., tienen, ahora mismo, a las más prósperas economías del planeta al borde del colapso 9. Las recesiones no son malas, son la oportunidad para dejar de hacer lo que hicimos mal y eso incluye asumir las pérdidas. 10. Sus intervenciones producen quiebras y generan obligaciones que limitan la libertad y producen irresponsabilidad.

Mientras la economía liberal es virtualmente poco conocida y no ha sido realmente puesta a prueba en su conjunto, el keynesianismo se ha implementado, al detalle, desde gobiernos y bancos centrales, con un ejército de técnicos nacionales, y “especialistas de organismos internacionales”, ocupados en llevarlo adelante, en todo el mundo, con gran disciplina, de modo que no se le puede dar el beneficio de la duda porque su fracaso ha sido demasiado obvio. ¿Malas Intenciones? No, pero también existen los malos resultados de las buenas intenciones. Eso es el Keynesianismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario