Estados deseables que los hombres llaman libertad sin ser libertad en sentido socio político.
Una de ellas es la libertad política que se entiendo como la posibilidad de elegir un gobierno. Definir la libertad como la participación en la elección del poder público es válida pero no es el concepto original de libertad.
Una manera de poner a prueba este concepto político frente al concepto original de libertad es si se puede usar ese poder para elegir la esclavitud. No nos cabe duda que muchos pueblos de hecho han procedido de esa manera. En Venezuela se ha dado a Chávez el poder para gobernar por decreto. Eso significa “mi palabra es la ley” lo cual esta bueno para una canción pero no para la vida civilizada. Votar para someterse a la esclavitud de un hombre es permitir a las instituciones que coaligadas al poder de un nuevo monarca, nos sojuzguen y nos digan qué hacer y qué no. Es someternos a la voluntad arbitraria de un super poder.
En este sentido, ni el monje ni el recluta son libres. Han entregado su voluntad a las órdenes de un superior, y han abdicado a su libertad en nuestro sentido original. Escoger quién me gobierna o me esclaviza no es ejercer libertad en el sentido social original. Aplicar esta libertad política a la autodeterminación de los pueblos como ya vimos tampoco es describir siempre a un pueblo de hombres libres.
La libertad subjetiva (interior) tampoco es libertad en el sentido social original
El otro concepto que se relaciona más íntimamente con la libertad individual y se puede confundir más fácilmente con ella es la libertad interior. Consiste en ser guiado en sus actos por su propia voluntad, por su razón o por su convicción y no por las circunstancias del momento.
Pero lo opuesto a la libertad interior no es la coerción externa de otros sino la influencia interna sobre sus emociones o la debilidad moral o intelectual. Es posible tener libertad interior y seguir siendo esclavo en el fuero externo. Es posible tener libertad social y seguir siendo esclavo en el fuero interno. De donde, la libertad interna no es a la que nos referimos al hablar de la libertad en el sentido original. La persona a quien le falta la libertad interior será sujeto a sus pasiones interiores o esclavo de sus vicios pero no necesariamente por coerción exterior.
El problema surge cuando decimos que una persona no es libre porque su ignorancia o superstición le inhiben de hacer lo que el haría si estuviera mejor informado, por eso decimos que el conocimiento libera. Esa libertad sin embargo no es libertad social. La libertad interior puedo ejercerse sin tener libertad social, como Viktor Frankl, el psiquiatra sometido al campo de concentración escribiría después, que aun estando atado a un poste en el paredón de fusilamiento yo puedo escoger si morir con dignidad o sin ella. De la misma manera, la libertad interior puedo esgrimirla o abdicarla, sin tener libertad en el fuero externo.
Si puedo o no escoger, inteligentemente, entre alternativas, es una cosa distinta a la imposición de la voluntad arbitraria por parte de un prójimo. Quizá el punto de conexión es que una persona informada ve la coerción o ve la ignorancia como circunstancias que pueden superarse. Por eso concluimos que, filosóficamente, libertad interior o libertad de la voluntad no equivalen al sentido original, social, de ausencia de coacción arbitraria. No es necesariamente esclavo, en el sentido social, quien esta plagado de limitaciones en su interior, siempre y cuando tenga libertad externa. Como tampoco es necesariamente libre quien puede hacer lo que debe hacer sin condicionamientos alguno, porque estos nunca faltan.
La libertad es algo distinto a la habilidad física “de poder” hacer lo que yo quiera
El poder para satisfacer nuestros deseos se considera libertad. Es posible considerar esta capacidad o poder como metáfora de libertad. Ya aludimos la ilusión de volar, o viajar al fondo del mar como un poder para despojarnos de las limitaciones que ahora tenemos. Pero no tiene que se un sentido metafórico, puede ser un sentido literal. Tener los bienes que nos dan poder para hacer lo que se quiere.
Sin embargo, la libertad de obstáculos no es libertad de la coerción o el sentido original. Si el poder es la base, cualquier cosa que no podamos hacer se vuelve obstáculo de la libertad. Lo mas grave es que, socialmente hablando, nos hace confundir el concepto original y conduce a confusiones. Poder viajar, poder comprar, poder casarme con la realeza, poder dar la vuelta al mundo; poder vacacionar en Colorado Springs o en Saint Moritz, Suiza, no es libertad.
Por ejemplo: yo puedo decir que, “la pobreza te priva de libertad, (porque no tienes medios para hacer lo que quieras). Yo te doy lo que necesitas, vota por mí entregándome tu libertad para que yo pueda devolvértela en las cosas materiales que tú necesitas”. Eso se llama “tiempos de sobornalidad”. Pero un momento, lo que yo te prometí no es realmente libertad, te prometí cosas que no sabemos si te entregaré. Pero lo que te pedí a cambio si fue tu libertad y esa si deberás entregarla, es decir, la vas a perder.
Por eso, no se debe usar la palabra “restricción” en donde se esta hablando de “coerción”. Yo te prometo aliviarte tus restricciones pero es solo una promesa frente a obstáculos que ahora tienes. A cambio, te entregaré coerción que se refiere a la discrecionalidad de mis órdenes, las cuales recibirás para hacer solo lo que te esta permitido. La coerción que te entrego a cambio de tu libertad incluye la restricción, pero es más amplia. Es importante aclarar que no se le debe temer a la restricción y al constreñimiento salvo cuando aluden a limitaciones distintivamente diseñadas por el hombre.
Comprender la libertad como poder para hacer, domina en EEUU y se traduce a libertinaje. Demandar libertad es demandar poder para y si me prometen darme ese poder, entonces estoy dispuesto a aceptar la coerción del Gobierno Federal a cambio de entregar mi libertad, lo cual habrá sido pagar un precio muy alto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario