viernes, 11 de marzo de 2011

La evolución social requiere modestia

La máxima socrática "solo se que nada se", es el argumento toral del poder creador de una sociedad libre.  Concedemos que es un argumento abstracto y por ende más difícil de entender. Esta idea refleja la escuela de filosofía escocesa del siglo XVIII. Fueron ellos quienes vieron la realidad humana desde el cambio o la evolución social. La sociedad evolucionó sin que se haya dado un plan o diseño de nadie. A la inversa, es lo que ellos llaman un plan o diseño natural. Esto sucedió un siglo y medio antes de Darwin. Así que el primer punto a notar aquí es que ellos reconocieron que hay una evolución social.

En un período posterior a Darwin surgió  Herbert Spencer, a finales del siglo XIX, cuando ya la evolución biológica era bien conocida. Entonces  Spencer aplicó el método de evolución biológica a la sociedad. Ese intento se conoce como darwinismo social y ese modelo no es el de los escoceses. La diferencia es que la evolución de los escoceses es social y no biológica. La característica principal de la evolución biológica es la supervivencia del más apto, de ahí que en el darwinismo social, los pobres, los ancianos y los enfermos, los menos inteligentes son una carga. Eso va contra muchas cosas y por ello esa postura es muy criticada. Hoy sobreviven atendidos por instituciones que los protegen. Los padres cuidan de los hijos y luego los hijos cuidan de los padres. El darwinismo social, que repito, no es escocés, diría que hay que eliminarlos o que no hay que protegerlos. 

Evolución social
Evolución Biológica
Darwinismo aplicado a lo social

¿Qué entendían los escoceses por evolución social? No era la evolución biológica tampoco. Es el hecho de que las grandes instituciones que el hombre conoce, el lenguaje, el derecho, la moneda, las normas, el intercambio, las ciudades europeas, surgieron espontáneamente, obedeciendo al paso del tiempo, siguiendo el ritmo de miles de decisiones que no están registradas en ningún lado pero que no por eso pueden negarse. Cuya característica principal consiste en no haber seguir el plan o diseño arbitrario de alguien en particular, sino ser fruto de las decisiones de todos en general.

Veamos algunos ejemplos. El  lenguaje por ejemplo es espontáneo. Juan de Nebrija escribió la primera gramática española en el año 1492. Ahí se recoge lo que había evolucionado socialmente. En Guatemala están los jueces de agua que deciden, según la costumbre, como debe repartirse el agua del rio Motagua entre agricultores. Otro ejemplo, los tabúes sociales, como el incesto o el canibalismo, son desarrollos espontáneos sin que nadie los planee; el folklore, es estatus social de hombres y mujeres, los valores de las sociedades nomádicas, o cazadores y recolectores, es asunto de la evolución. 

Adam Smith, profesor en Glasgow, escribió su Inquiery into the Wealth of Nations en 1976. Según Adam Smith los precios libre también son producto de la evolución y no del diseño. Son los precios que reflejan los procesos más eficientes para asignar racionalmente los recursos. Los escoceses dijeron que hay una gran cantidad de cosas que nos son sumamente útiles y que nadie planeo o diseñó. Detrás de esas fuerzas espontáneas suponen que cada individuo que tropieza con ellas por casualidad usa su mente y razona. Esas experiencias del que habla, del que ofrece productos, del que prohíbe relaciones incestuosas, ese es un conocimiento disperso, que jamás se podría programar.

Supongo que la razón por la que Hayek, un austro alemán, se adentró en el mundo escoses, es porque al adentrarse en la economía vía la jurisprudencia, se quedó maravillado con el sistema de precios. Es un millón de experiencias humanas, irremisiblemente dispersas en el tiempo, resumidas en un precio: el valor digamos de un libro. El sistema de precios es un sistema de información. ¿Qué hay detrás de ese precio? La suma de miles de decisiones, del que organiza el corte de árboles; del que da en  préstamo el capital; del jornalero cortador de madera; del valor de la pulpa en el mercado; de las máquinas usadas para cortar madera; del procesamiento químico y técnico del papel; del transporte de los elementos; de las ganancias de cada proceso; incluso, las ganancias de quien escribió el texto reproducido en la obra. Resultado: el precio de un libro. Aun la suma de todos los costos de los diversos factores de producción está ya presentes en ese precio. 

Las instituciones más importantes para el ser humano: la propiedad, el derecho, el dinero, los precios, el lenguaje, no podrán jamás responder a un diseño. Este es el gran descubrimiento, y en cierto sentido la raíz de todo el proyecto liberal. ¿Por qué? Porque frente a esa posición esta otra. La que dice que todas las instituciones son producto de la razón y el diseño del hombre. Por el contrario, el liberalismo dice no es el hombre el que hace su cultura sino que esta le hace a él dadas las creaciones culturales de otros. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario