1. La definición subjetiva del error: algo es malo sólo si me descubren; el mal lo determino yo. La corrupción es mala, sólo si yo no participo del negocio.
2. Preferir la prosperidad sin la productividad: “somos dos hermanos vivos, los otros tres trabajan”.
3. El fatalismo cívico, dice que del civismo se encarga Dios. Mientras los americanos tienen una visión cívica frente a lo religioso, Dios nos declara responsable de nuestras circunstancias. Los latinoamericanos tenemos una visión religiosa ante lo cívico: pedimos a Dios que de lo público se encargue él.
4. Cualquier sistema funciona, cuando las intenciones son buenas. Los movimientos de reforma social y política sugieren que hay sistemas malos y que hay otros mejores. Lutero se opuso a la Iglesia y al sistema jurídico sobre el que se asentaba, rechazó el derecho imperial y el derecho canónico.
5. La indiferencia a las responsabilidades locales. “No tenemos poder y no somos nadie”, y lo dice la mayoría. Los principales problemas que la sociedad tiene hoy se resuelven al nivel del poder local municipal: las pandillas, la inseguridad policial, el irrespeto al derecho ajeno.
6. La esperanza puesta en que los hombres buenos nos gobiernen. En donde los hombres gobiernan las leyes no gobiernan. Las leyes existen para hacer predecible la conducta, de otra manera impredecible, de los hombres.
7. El ímpetu de perfeccionar la sociedad a fuerza de leyes. Cuando las leyes se proponen resolver casos que pueden ser infinitos, terminan por intervenir en la vida diaria de ciudadanos que hacen cosas que por su naturaleza no son políticas: comprar, vender, crear, contratar etc., lo cual termina por favorecer a unos y entorpecer la libertad de otros, entonces los ciudadanos le juegan la vuelta a la ley. Esa decadencia de la ley es la principal explicación de la violencia, el abuso, la insensibilidad jurídica e indiferencia social.
8. Confundir consumismo con productividad y condenar a ambos. Se desdeña la productividad y se confunde con el consumismo; se explica el consumismo y el despilfarro como si fuese equivalente a “ciencias económicas.” La ética de trabajo es ética del manejo de medios que son escasos, y ello mismo nos es útil para servir a Dios en los fines últimos de la vida o ética de fines.
9. Despreciar la teoría cuando la parálisis se debe a no saber qué hacer. Éticamente debemos definir qué significa la libertad y la responsabilidad para entender qué nos corresponde hacer. Si hay buenos y malos sistemas no sólo se requiere que hagamos algo para cambiarlos, cualquier cosa, sino se requiere que hagamos lo que es correcto. Las ideas que nos conducen a hacer lo que es recto son el fundamento de una vida moral. Aclararnos cuales son esas ideas es importante, por eso dijo el Rev. John Stott “creer es también pensar.”
10. El poder y el plan central son signos de adelanto y progreso. En Latinoamérica existe un estilo de gobierno que se llama presidencialismo. La diferencia con países desarrollados en donde hay un presidente es que los poderes del presidente son limitados y controlados por otras instituciones. Los guatemaltecos pensamos que el Presidente es un súper hombre que tiene la capacidad e información para arreglarlo todo. Eso nos lleva a “pedir” al Presidente; a “esperar” que él haga, torne, vuelva y resuelva. Para la gente, él es un “monarca” de tiempos modernos. Es urgente poner el presidencialismo de cabeza, es decir, al servicio del pueblo y hacer valer la legislación que protege al ser humano.
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