miércoles, 21 de julio de 2010

La Ilustración Escocesa, tan luminosa como sus antecedentes



I. La Reforma en Escocia
La llegada de la Reforma religiosa a Escocia fue, como en otros países, un proceso doloroso, en el que los hechos se suceden movidos por los grandes motores políticos de Francia, Inglaterra y la Iglesia Católica, por un lado y el incipiente protestantismo ginebrino por el otro. Antes de mencionar a Juan Knox (1514-1572), es necesario establecer las condiciones políticas de la época. Al inicio de los años 30s Enrique VIII había roto con Roma y había sido Excomulgado. La familia real de Escocia se vería comprometida con Francia, que era desde la edad media “la primera hija de las hijas de la Iglesia”. 
Pero Enrique VIII había permitido la lectura de la Biblia en Inglaterra y esa “herejía inglesa” también afectaría al reino de Escocia. El posible matrimonio del  hijo de Enrique VIII, Eduardo, con la pequeña Maria, generó en Escocia oposición que el Cardenal David Beaton aprovechó para dar un Golpe de Estado. Un matrimonio Inglés, era para Beaton, estudioso de los movimientos reformadores, una política peligrosa, teologicamente hablando. Esto precipitó la primera gran crisis religiosa y política para Escocia, la guerra Anglo-Escocesa de 1544-1545.
Una serie de eventos ocurren como parte interna de esta crisis, el encarcelamiento y muerte del  enviado de Calvino a Escocia, el predicador George Wishart; la toma por un grupo de rebeldes del castillo de San André que resulto en la muerte de Beaton; la suma al movimiento, tras esos eventos, de un clérigo de nombre John Knox. Este grupo de rebeldes se rindió conminado por un escuadrón francés que les capturó y los condenó a trabajos forzados.
La segunda gran crisis en este relato es la influencia francesa sobre Escocia, negociada por medio del matrimonio de María con Francisco II de Francia. Al salir María para ser reina consorte en Francia, quedó a cargo en Escocia su madre María de Guisa, y por la siguiente década, el poderío de Francia sobre Escocia será total, al punto que aun el sello real estuvo bajo la custodia de los franceses. La reina madre procuraba entonces la amistad de un grupo creciente de predicadores protestantes pero la desconfianza de estos hacia Francia era mayor que la amistad que la reina les ofrecía. Un grupo de nobles conocido como “los Señores de la Congregación” promovieron una revuelta religiosa contra María de Guisa.
La tercera crisis está marcada por el ascenso al trono de Inglaterra, en 1558, de Isabel I, protestante. Esto puso de nuevo al frente las esperanzas de los reformadores escoceses.  Inspirados por medidas contra los frailes y animados por los sucesos en Inglaterra, tuvo origen una serie de revueltas religiosas que sedujeron a María a aliarse a mercenarios franceses. Esta fue la gota que derramó el vaso y Edimburgo cayó pronto frente a los nobles protestantes que abandonaron a la madre Regente. El corregente A. Arran, que había sido bautizado por los franceses como Duque de Châtellerault, no tuvo más que aceptar el liderazgo de “los Señores de la Congregación”, cuyos logros, otra vez, estuvieron en riesgo por las nuevas tropas profesionales francesas, requeridas por María de Guisa y abatidas finalmente por la ayuda de los Ingleses en 1560, año en que murió la Regente.
Este es el escenario que permite se discuta “el Tratado de Edimburgo” que pondrá fin a las aspiraciones explicitas de Francia sobre Escocia y dejará a ésta en manos de los protestantes de manera resuelta. Inmediatamente se nombró un Parlamento y se formalizó la fe protestante por medio de la Confesión Escocesa, el 17 de Agosto de 1560. Este es el inicio de la reforma social y política del país, que tiene aun un largo camino por recorrer y que en este momento sólo insinúa que este desenlace representaba el interés nacional. (Continuará)

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