Guardando las distancias, hoy domingo hubo dos triunfos mas para la democracia. El primero en Uruguay, en donde dos millones y medio de votantes confirmaron, por cinco años más en el poder, al Frente Amplio, coalición de partidos de centro izquierda. Se estima que un 91% de electores atendieron el llamado de las urnas. El oficialismo continúa en el poder gracias a la excelente gestión del Presidente Tabaré Vásquez, que se retira con el 74% de popularidad.
En Honduras, unos cuatro millones de electores colocan por amplia mayoría en el poder al Partido Nacional. José Porfirio Lobo, cosechó el voto de castigo contra su oponente del Partido Liberal que postuló en su momento a Mel Zelaya. El zelayismo, saboteador de las elecciones, había exigido el abstencionismo al electorado hondureño. En respuesta, mas del 60% de los electores, cifra record, salió a sepultar al zelayismo abusivo, dando, de paso, la victoria al partido opositor. Zelaya se retira con la respuesta del pueblo, un total repudio a su vocación de dictador, que contrasta con la posición de Vásquez en Uruguay.
¿Qué proyectos políticos representaban “Pepe” Mujica de Uruguay y Mel Zelaya con su llamado al abstencionismo? Es apresurado uniformarlos con la misma “camisola”. Para empezar la izquierda más radical se separó del proyecto de Vásquez y del Frente Amplio. En la primera vuelta, en Octubre, obtuvieron apenas el 15% de los votos y ni uno solo de los escaños en el Congreso. Los uruguayos insisten en decir que tras las opciones políticas de su paìs no hay personalismos sino una cultura política respetuosa de las instituciones y de la tradición más democrática y hasta “conservadora” (menos proclive al cambio) del electorado. De modo que se trata de un centro izquierda que durante Vásquez le apostó a la relación con Estados Unidos, a la diversificación de mercados y a una posición equidistante de los gobiernos estridentes en su vecindario.
Por otro lado, Zelaya, perdedor junto con su patrocinador criollo, Chávez, y sus corifeos internacionales, soñaba con un poder autocrático. Un país comprado por los petrodólares, administrado como empresa privada, con un "dueño" y muchos sátrapas, enriqueciéndose ilícitamente, a costas del pueblo. Pero la democracia, en dos países, socialmente, muy diferentes, no parece ir en la dirección que promueve el desastroso chavismo.
Institucionalmente, ¿qué une a Uruguayos y Hondureños? Parece que lo que sobresalió en estas dos jornadas democráticas es el fortalecimiento de las instituciones del país. Honduras hizo valer lo que la OEA de Insulza nunca vio: que el depositario de la soberanía popular, el Congreso, ejecutó el relevo de Zelaya en estricto apego a la Constitución. Esa decisión se había consultado al Tribunal Supremo Electoral y, a su vez ,a la Corte Suprema de Justicia, máxima autoridad del constitucionalismo hondureño. La participación del ejército es incidental, ya que ni los bomberos ni los Boy Scouts hubiesen podido enfrentar a la guardia presidencial de Zelaya.
Por su parte, Uruguay hizo acopio de una tradición más fuerte de respeto a la ley. Su ley electoral proviene de 1925. Un país, con una mayor clase media, con alto nivel de educación, que no es solamente mas sensible a respetar la ley, sino también mas respetuoso de los derechos de las personas. Quizá sea esta la única razón, y de hecho la mejor, para no temer posturas radicales en el nuevo presidente electo.
Lecciones importantes para otros países, como Guatemala, en donde la izquierda no puede reconocer un caballo muerto ni aun cuando se le pudra enfrente. ProReforma, por ejemplo, propone el fin de los privilegios y colusiones mercantilistas de la oligarquía tradicional y ellos no lo ven. Propone el resguardo de los derechos fundamentales, rescatando el constitucionalismo histórico, y ellos ni enterados.
Eso si, organizan a la población “socialmente,” pero no para la productividad, cosa que mejoraría los ingresos de sus seguidores. Preparan mejores “bochincheros”, aunque eso en nada adelante la situación económica de la población. Mientras el mundo cambió de discurso, esta izquierda usa los fondos internacionales para seguir alimentando el odio a las instituciones según su "clase", en vez de proponer reformas; impulsan el desprecio a la economía, en vez de su inserción en ella, como típicos sesenteros. Quizá por eso, en las urnas, no consiguen más del 5% de los votos.